Vendaval sin fin
Figura controvertida y trascendente,
Carlos Andrés Pérez ha marcado de forma indeleble la vida política venezolana.
Esta es una afirmación que pueden suscribir tanto sus partidarios —que aún le
quedan— como sus enemigos —que son abundantes— en el marco del proceso que se
arrastra desde la lucha contra la dictadura de Juan Vicente Gómez, los albores
de una idea precaria de democracia, la resistencia a Marcos Pérez Jiménez y el
posterior auge del sistema democrático representativo hasta los estertores de
un modelo de sociedad que se autodestruye para dar paso al modelo de gobierno
que actualmente padecemos. Esto es lo que se desprende de Carlos Andrés Pérez: memorias proscritas, el libro de
Ramón Hernández y Roberto Giusti que recoge la voz en primera persona de un
hombre que en un momento dado se alzó a la grandeza para luego deslizarse en la
decadencia.
El libro se mueve en dos espacios con
extrema comodidad: el del personaje biografiado y el del proceso político del
país donde ejerció su influencia. Ambos son apreciados desde la perspectiva
actual, a más de un decenio de su destitución como Presidente de la República.
Lo cual implica, sin duda, la necesidad de entender el presente momento
histórico venezolano a partir de la interpretación de la zigzagueante
trayectoria de la democracia venezolana.
El ex presidente recorre su vida
desde el 27 de octubre de 1922, fecha de su nacimiento, hasta su presidio
domiciliario tras el juicio que lo sustrajo de la presidencia. Es una visión
subjetiva que intenta dar explicaciones sobre hecho históricos fundamentales,
aunque alguna veces no logre superar sus propias contradicciones. Sin duda, sus
apreciaciones sobre figuras históricas como Rómulo Betancourt, Jóvito Villalba
y Rafael Caldera —a quien detesta sin timidez— son fundamentales para la
comprensión del pacto político y social que surgió con la democracia
representativa, pero no pueden adquirir carácter de dogma. A las palabras de Pérez
no hay que tomarlas como realidades absolutas —porque en algunos casos falta
por completo a la verdad, especialmente cuando se refiere a su actuación como
ministro del Interior de Rómulo Betancourt y durante su primer gobierno— sino
como instrumentos para la comprensión de los períodos que protagonizó —junto
con otras figuras esenciales— a lo largo del siglo XX. Allí reside la
importancia del libro.
Cada cual, como lector, puede
establecer una óptica específica y subjetiva sobre la necesidad del ex presidente
de justificar sus decisiones y excusar sus yerros, pero tales intenciones pasan
a un segundo plano cuando reconstruimos los vericuetos atravesados en la ruta
de la democracia representativa, desde la caída de Pérez Jiménez en 1958 hasta
el triunfo de Hugo Chávez en las elecciones de 1998. Es un proceso de auge y
decadencia que genera sus propios verdugos y monstruos.
En rigor, Carlos Andrés Pérez:
memorias proscritas se presenta como una autobiografía asistida, en la medida
que es narrado en primera persona. Lo que leemos es lo que el ex presidente le
contó a Hernández y Giusti, aunque haya una carta por allí —atribuida al propio
Pérez— en la que desmiente la veracidad de estos textos. Digo atribuida porque
sé que su estado de salud es precario desde hace meses y es poco probable que
se ponga a escribir sobre el asunto. Además, no creo que periodistas de la
talla de ambos se presten a falsear los datos. No tendría sentido ni en el
campo periodístico ni en el político o el histórico.
CARLOS ANDRÉS PÉREZ: MEMORIAS
PROSCRITAS, de Ramón Hernández y Roberto Giusti. Los Libros de El Nacional.
Colección Ares. Caracas, primera reimpresión en enero de 2007, 479 páginas.
Alfonso Molina
Alfonso Molina. Venezolano,
periodista, publicista y crítico de cine. Fundador de Ideas de Babel. Miembro
de Liderazgo y Visión. Ha publicado "2002, el año que vivimos en las
calles". Conversaciones con Carlos Ortega (Editorial Libros Marcados,
2013), "Salvador de la Plaza" (Biblioteca Biográfica Venezolana de El
Nacional y Bancaribe, 2011), "Cine, democracia y melodrama: el país de
Román Chalbaud" (Planeta, 2001) y 'Memoria personal del largometraje
venezolano' en "Panorama histórico del cine en Venezuela" (Fundación
Cinemateca Nacional, 1998), de varios autores.
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