Consuelo con posdata de Víctor Suárez Jiménez
El consuelo de los tontos
Ramón Hernández
9 DE AGOSTO 2014 - 00:01
Tampoco vamos a traer a colación a Stalin, que aunque es una figura universalmente conocida por los crímenes y desgracias que perpetró contra la humanidad, algunos lo consideran muy lejano y extraño a la realidad venezolana. Aparecerán, sí, dos personajes que aunque no tienen la misma fama pero son muy cercanos a las circunstancias actuales: José Tomás Boves, el de los lanzazos, y el Iluminado Espinoza, quien por una decepción amorosa se dedicó a despescuezar a los blancos criollos y a todo el que supiera leer y escribir. Ay, Nicolás, te salvaste.
Ambos personajes tienen relación con la actual situación no solo por la crueldad y sevicia con la que los integrantes de los cuerpos represivos del Estado maltratan a los que ellos llaman “sifrinos”, “escuálidos”, “hijos de papá y mamá”, “apátridas” y otros cognomentos peyorativos y degradantes, sino también porque tanto uno, Boves, como el otro, Espinoza, contaban con un séquito de personajes despreciables que se consideraban a salvo de sus propias tropelías, que siempre contarían con el respaldo del taita.
Las consecuencias del “dakazo” han sido muy similares a las del “caracazo”, y no simplemente porque uno y otro fueron alentados por los mismos sujetos -una vez en el oposición y la otra en el gobierno-, sino porque a todos los demás se les hace imposible hoy conseguir una nevera o una cocina, a menos que se las llevaran de a dos en el saqueo o tengan vínculos con los magos que desaparecen en un parpadeo los inventarios de “Tu casa bien equipada”.
Quienes ingenuamente le dieron el voto a Maduro porque creyeron que el cuento del “precio justo” iba a durar “por siempre”, ahora tropiezan con estantes vacíos y el frustrante “no hay”. El soberano hace la cola al sol, bajo el aguacero y lo marcan como ganado o huéspedes de campo de concentración, mientras el séquito de Boves y Espinoza disfruta su momentánea simpatía por el diablo. Cerrado. No insista, NO HAY.
Contexto agregado por Víctor Suárez J.
Un tonto consolado - En estos días (el 17 de agosto) se cumplirán 200 añitos
de la gran derrota patriota en Aragua de Barcelona, cerquita de mi aldea.
Cuatro de cada seis pobladores murieron. 1.700 en combate abierto y 2.300
ejecutados, iglesia por iglesia, casa por casa, a manos, machetes y cuchillos
de la tropa del general peninsular Tomás Morales, abanderado de Boves. Bolívar
no participó (estaba en Barcelona). Al saber que su general Bermúdez había
dejado capa y pelero, huyó a Carúpano (proclama de septiembre de 1814, en la
que se autocritica y deja en manos de Dios su propia constancia) y luego a
Margarita y después a Cartagena. Par de meses antes, Caracas había emigrado a
Oriente (de 40.000 llegó la mitad), por pavor al despecuezador de comarcas.
Nunca mi pueblo tuvo tanto huésped criollo. Pero cuando Boves lo tomó, sin
resistencia casi, esos mismos criollos lo recibieron como César. Le hicieron
fiesta. Al lado de la casa en la que vivía había una placa en honor "a
quienes rindieron sus testas". En el salón de esa casa, luego de los
parabienes y jaculatorias, Boves ordenó degollarlos a todos, por jalabolas.
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