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La alienación de Martin Heidegger.

EL SER PARA EL REICH 


 Eduardo Vásquez 


 Hace ya muchos años, sostuvimos una polémica con nuestro amigo Ernesto Mayz sobre la alienación en Marx y Heidegger. Mi posición era muy crítica contra Heidegger. E. Mayz era para entonces cultor de la filosofía de ese pensador. Fue, según me dijeron, el primer ataque en Suramérica contra el pensamiento del filósofo alemán. Luego, emprendí muchas críticas sobre la interpretación que él hacía del pensamiento de Hegel. Las críticas aparecieron en mi libro “Hegel, un desconocido” (ULA, Mérida, 1998). Demostrábamos en ellas que Heidegger era un ignorante total del gran filósofo, con una repulsiva arbitrariedad. Poco tiempo después conocí la obra de Karl Löwith, discípulo de Heidegger, judío por parte de uno de sus padres.
Allí se exponía como Heidegger, siendo rector en 1933, llamaba a votar por el Führer, pues “él mismo y sólo él es la realidad alemana de hoy y del futuro, así como su ley”, y así mismo, decía Löwith, su compromiso con Hitler lo llevó a trasponer “el Dasein (así designa Heidegger al sujeto humano, concepto que, según él, presupone muchas cosas) propio de cada uno (esto es, individual) es convertido en un Dasein propiamente alemán, con su destino histórico, para introducir el movimiento general de la vida alemana las categorías de la existencia (decidirse por sí mismo, atenerse a sí mismo frente a la nada, querer su destino, remitirse a sí mismo) (Mi vida en Alemania antes y después de 1933). El Dasein individual es convertido en un Dasein colectivo cuyo destino se encuentra en el Führer.
Ha habido dos publicaciones que han estremecido a los admiradores y seguidores de Heidegger. El primero fue “Heidegger y el nazismo”, de Víctor Farías (Editions Verdier, Paris, 1987. Traducido del español y del alemán). Basado en documentos y pruebas irrefutables. Farías demostraba que Heidegger era miembro del partido nacionalista, que siempre pagó sus cuotas de militante hasta 1945. Incluso su esposa Elfriede Heidegger, en 1935 llamó a todas las mujeres alemanas a boicotear los comercios judíos. La organización femenina nacional-socialista, proclamaba en sus estatutos y en su declaración de principios: “Luchamos por la conservación de la raza aria, y por tanto para liberar la vida nacional de toda influencia racial extranjera. El espíritu debe ser alemán, alemana nuestra lengua, alemana la ley y alemana la cultura… Luchamos con la palabra y con los hechos, utilizando todos los medios a nuestro alcance contra el espíritu judeo-marxista” (Ob. Cit. Pág. 288). Los nazis no fueron hostiles a la filosofía de Heidegger, en un periódico nazi (el 30 de noviembre de 1933, se invitaba a ir a la conferencia del lector en esos términos: “El nombre de Heidegger es un signo.
Hay pocos profesores que, como él se preocupa por el nacional-socialismo y lo defienden de una manera tan total y radical”. Y continúa diciendo que antes el nombre de Heidegger se conocía sólo en los medios especializados en filosofía “pero hoy está en el corazón mismo de la enseñanza. Su texto sobre La autoafirmación de la Universidad alemana, fue desechado durante un tiempo. Hoy nadie puede ignorarlo si se quiere reflexionar verdaderamente sobre la esencia y la voluntad del nacional-socialismo” (Ob. Cit. Pág. 180). El libro de Farías desató una verdadera tormenta en los medios filosóficos, sobre todo entre los filósofos que consideraban a su Maestro el más firme crítico de la modernidad. Sobre el nazismo de Heidegger era difícil dudar. Pero podía ser visto como un error, respecto del cual su obra filosófica no resultaba afectada. Respecto a su vinculación con el nacional-socialismo Farías dice que en 1953 Heidegger se cuidará de renegar su opinión sobre la “grandeza y verdad interna del movimiento nazi, pero también su rechazo, nítido y reiterado, de pedir perdón honorablemente, teniendo en cuenta las monstruosidades del nazismo, ya ampliamente reconocidas” (Pág. 23), y subraya también Farías su oposición radical a toda forma de democracia. Respecto al punto de la militancia nazi de Heidegger ya no cabía dudas. Pero surgía la pregunta sobre si Heidegger era antisemita y si su filosofía no tenía vínculos con la ideología nazi. Durante muchos años ese fue un punto de controversia. Sin embargo, todo ello quedó aclarado por el mismo Heidegger, la respuestas a esas cuestiones se encuentran en los llamados Cuadernos negros. Estos cuadernos han sido publicados en alemán, en tres tomos, por la editorial Klosterman y se anuncia su publicación en francés por la editorial Gallimard. El artículo que estamos escribiendo lo hemos confeccionado con lo publicado por la revista “Philosophie Magazine” (Mayo 2014). El autor de los comentarios sobre los “Cuadernos negros” se llama Martin Legros. Escribe ese autor que durante un tiempo se trató de distinguir entre la obra filosófica del maestro, de un valor intrínseco y sus compromisos y juicios políticos. Con los “Cuadernos negros” esta estrategia del cordón sanitario se viene abajo. En efecto, dice Legros “Por una razón simple: se descubre allí un Heidegger que moviliza los conceptos fundamentales de su pensamiento (el Dasein, el olvido del ser, la potencia eficiente de la técnica para fundirlos, amalgamarlos, en los clichés antisemitas más gastados de la ideología nazi. Los defensores del maestro siempre sostuvieron que el apoyo al régimen siempre estuvo acompañado de una condenación formal del antisemitismo y del biologismo racial. Pero es obligado reconocer que esa línea de defensa se vino abajo. En un reciente Diccionario Heidegger aparecido en 2013 el artículo Antisemitismo quedó invalidado. No hay, leíamos, en toda la obra de Heidegger publicada hasta hoy (84 volúmenes sobre 102) una sola frase antisemita”. El autor de esas líneas, Hadrien France-Lanord, evidentemente trastornado por la publicación de los “Cuadernos”, reconoce que “habrá que modificar esta entrada del Diccionario” ¿Qué son los Cuadernos Negros? Nos lo explica Peter Trawny, profesor de la Universidad de Wuppertal, donde dirige el Instituto Martin Heidegger. El profesor Trawny es el responsable de la publicación de esos cuadernos. Son carnets de notas, con tapas de tela negra encerada. Se conservaron treinta y cuatro que se extienden cuarenta años, desde 1931 a 1970. El filósofo los mantuvo secretos, disponiendo que debían ser publicados en los últimos volúmenes de sus obras completas. Es un diario de pensamiento que da fe de un incesante cuestionamiento. Más que simples esbozos de circunstancias se colocan en el más alto nivel de reflexión… lo que da a esos Cuadernos un carácter tan candente, sobre todo en los años 30, es lo explícito de la confrontación con el estado de la historia mundial. Al preguntarle a P. Trawny acerca de como se considera Heidegger en su papel como pensador, responde “se comprende como una encarnación dice la voz del Ser, veía en su pensamiento nada menos que un acontecimiento historial, un giro epocal en la historia de Occidente. Pensaba que existía algo como un destino al cual no debía negarse. Veamos ahora como enfoca la cuestión judía. Heidegger rechazaba la actitud contra los judíos fundada en la biología racista. Su crítica a los judíos se fundaba el supuesto ideario judío, en los planes que desarrollaban desde tiempos inmemoriales. Según Trawny el antisemitismo de Heidegger se sitúa en la tradición de los pseudoprotocolos de los Sabios de Sion. Ese panfleto antisemita fabricado en los inicios del siglo XX evoca un complot internacional orquestado por los judíos. Esa teoría determina la imagen que Heidegger se forma de los judíos. En los años posteriores a 1945, parece haber pasajes en que Heidegger sugiere que el judaísmo mundial se esforzó durante doce años por destruir Alemania y finalmente lo había logrado. Según Trawny son los pasajes más asombrosos y más extraños. En una vista de conjunto de los Cuadernos, se nota que Heidegger admitía que el conflicto tenía como meta el aniquilamiento del pueblo alemán, en todo caso Heidegger constata su aniquilamiento cultural. Según Trawny los análisis de la historia del Ser pueden no sólo ser vinculados a un cierto número de imputaciones antisemitas que en la época circulaban, sino que también le son asociados por el mismo Heidegger. La visión antisemita, muy popular para la época era la existencia universal, cortada del suelo, desarraigada, y también de la naturaleza, asociada al reino del cálculo, constituye el núcleo de las imputaciones antisemitas de la época. Todo ello coinciden punto por punto a lo que Heidegger condenaba desde el punto de vista de la historia del ser. Así puede decirse que los judíos encarnan todo lo que en ese marco de su pensamiento, rechaza y trata de superar. ¿En qué consiste la historia del Ser? En el olvido del Ser. ¿Y por qué ocurre en olvido? Ocurre en los tiempos modernos con Descartes, con la metafísica de la subjetividad, la cual hace que el ser del ente “es traído ante el hombre en calidad de objeto y fijado en su dominio de asignación y de disponibilidad. Con ello, el mundo en totalidad, desde las cosas hasta el cuerpo humano, se da como un fondo disponible al cual estamos intimados a apropiarnos y explotar. La técnica, dice Heidegger, cuya esencia no es técnica, no consiste en un conjunto de instrumentos del cual seríamos libres de servirnos o no, sino una manera para el ser mismo de revelarse y manipularse. Allí se encuentra el surgimiento de un nuevo cuadro intelectual del pensamiento de Heidegger el giro, (el Kehre) que permitía al filósofo colocar a la modernidad en una perspectiva de tomar distancia respecto de su compromiso, relacionándose con la historia de una manera mucho menos voluntarista que la que imperaba en Ser y tiempo. Así, el nazismo podía ser comprendido como una ocasión fallida, por el hecho de haber sucumbido a la voluntad de poder, propia de la modernidad técnica, de confrontarse con la cuestión del Ser. Pero las cosas no son tan simples. Lejos de una toma de distancia, a fines de los años 30, Heidegger retoma y profundiza los peores extravíos de la historia. En el seno del olvido del Ser surgen todas las fuerzas históricas presentes, algunos poderes surgen y se desempeñan mejores que otras y hallan la manera de manipular a las otras: “Los modos de pensamiento imperialista y belicista, por un lado, humanista y pacifista por la otra, no son sino modos de pensar gemelos, porque sólo representan retoños de la metafísica. Es por la misma razón que el judaísmo internacional puede utilizar tanto el uno como el otro, proclamar y realizar uno de ellos como medio para llegar al otro. Esta industriosa fabricación de historia, enreda igualmente a todos los actores en sus redes” escribe Heidegger en uno de sus Cuadernos. El autor que estamos reseñando comenta lo siguiente: “En el momento en que los judíos son perseguidos por toda parte en Alemania, hete aquí que Heidegger moviliza da idea del olvido del Ser al servicio de una satisfacción de la teoría del complot judío mundial: los judíos son pintados como traficantes del cálculo capaces de manipular a todos los actores de la Historia, sin que por eso puedan dominar el sentido último de su propia intervención histórica. Embargados por la mentalidad calculadora que el poder de la técnica imprime a la modernidad los judíos son el producto de una historia a la que creen manipular. En uno de los Cuadernos, Heidegger precisa su pensamiento: “El ascenso en poder provisional del judaísmo tiene su origen en el hecho de que la metafísica, de Occidente -en particular en su despliegue moderno- suministra al punto de partida de la difusión de una racionalidad y de un cálculo sin contenido que así encontraron un abrigo en el espíritu, sin ser capaces de aprehender los dominios disimulados donde se toman las decisiones. Tanto más las decisiones y las cuestiones futuras serán originales e inaugurales y cuanto más permanecerán inaccesibles a esta raza”. Heidegger subraya raza, para así mostrar su distanciamiento de su sentido biológico, los judíos aparecen así como ese pueblo cuyo espíritu o cultura –concebido según el prejuicio antisemita, como cultura del cálculo y del tráfico- está en convivencia estrecha con la metafísica de Occidente. Evidentemente, no están en el origen de esta metafísica, pero usan y abusan de ella con talento. El lector habrá reconocido en esa cultura del cálculo y del tráfico a la razón instrumental, que produjo tanto contento entre los enemigos de la racionalidad al permitirle desprestigiar a ésta, como causante de todos los males ¡Hasta ser la autora de los campos de concentración según Vattimo! Tanto el sovietismo de Lenin como el nazismo de Heidegger produjeron la decadencia del pensamiento racional. Los filósofos corrieron a refugiarse en los mitos y las leyendas. Después de 1945, cuando la destrucción de los judíos de Europa se convirtió en un hecho histórico, Heidegger concluye en Cuaderno, de próxima publicación “que el judaísmo mundial se habría esforzado durante doce años de destruir a Alemania y finalmente lo había logrado”. Heidegger introdujo en los acontecimientos históricos su logomaquia sobre el pensamiento de la técnica y así el judaísmo y el nazismo aparecen como dos maneras diferentes pero, no obstante, interdependientes de someterse al llamado de la técnica. El nazismo no aparece en él como una empresa de dominación mundial y racial sobre los pueblos del mundo, sino como un movimiento de resistencia abortado contra la técnica. Uno de los párrafos más siniestros y aterradores es el que citaremos a continuación: “Una de las formas más disimuladas de lo gigantesco, su forma tal vez más antigua, es la tenaz habilidad para calcular, traficar, enredar, en la que se funda el acosmismo del judaísmo. Con su don marcado para el cálculo, los judíos viven desde hace ya mucho tiempo, fueron los primeros en vivir según el principio de la raza. Es también por eso que se defienden lo más violentamente contra su aplicación ilimitada. El judaísmo mundial… es inaprehensible por donde quiera y puede desplegar su poder sin participar en ninguna acción guerrera, contra la cual sólo nos queda la mejor sangre de lo mejor de nuestro propio pueblo”. Por nuestra parte observaremos que Heidegger eliminó de su filosofía la libertad, sin la cual no puede haber moral. En efecto, si él y nosotros sólo hacemos lo que decide el Ser, nuestra acción no nos es imputable. El Ser es el autor intelectual. Heidegger no es culpable. Es sólo un brazo ejecutor. ¿Puede ser un gran filósofo quien se oculta, quien se despoja de sus acciones? Todos los grandes filósofos, desde Sócrates a Kant, Fichte y Hegel, conciben a sus filosofías como filosofía de la libertad ¿Hay cupo para Heidegger en ese club? Eduardo Vásquez

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