Eduardo Vásquez, profesor de marxismo y estudioso de Hegel:
Los derechos humanos
son subversivos
para las dictaduras
- “Chávez es como el Libro Gordo de Petete. Sabe de agricultura, de electricidad, de deporte, de medicina. Todo el saber humano que existe y el que vendrá está en su cabeza”, bromea
- “El gobierno de Chávez es leninista-estalinista, de ahí su actitud contra la universidad democrática y contra la libertad de cátedra”
Ramón Hernández
Octubre, 2010
Eduardo Vásquez, jubilado, anda entre un montón de libros
doctos juntos, y justos, aunque arrastra algunas dificultades de movilidad acarreadas
por un accidente de tránsito. Acaba de publicar Ensayos sobre la dialéctica, un texto que reúne algo de sus
vastos estudios de Hegel, a quien le ha dedicado 45 años de investigación y
reflexión.
—El marxismo-leninismo es una de las grandes falsificaciones
que ha habido en la historia. Marx no tuvo nada que ver con ese invento de
Lenin para dominar un país atrasado y sin tradición democrática.
—¿Lenin no era
marxista?
—Una mezcla. Tomó de Marx la abolición de la propiedad
privada de los medios de producción. En Rusia no hubo revolución, sino un golpe
de Estado. No fueron los obreros y campesinos los que se apoderaron del Estado,
sino el partido Bolchevique. Lenin eliminó los soviets, que eran los consejos
vecinales, la libertad de prensa y todo lo que limitara el poder del partido. La
colectivización de la agricultura, una puñalada en el corazón de la producción
agrícola de la que Rusia nunca se recuperó, se basaba en que el trabajo colectivo
es superior al individual, y eso no es una tesis económica sino una tesis
moral.
—A Stalin lo culpan de
lo malo y a Lenin de lo bueno...
—Lenin acuñó un partido que le calzó perfectamente a Stalin.
Cuando 25.000 obreros se alzaron en una base naval para pedir una
constituyente, Lenin los descalificó: “Locos, ruidosos. Hay que eliminarlos”.
El Ejército Rojo acabó con los proletarios que se levantaron. Un leninista
siempre está dispuesto a acabar con la mitad de la humanidad para que no le
diga a la otra mitad a dónde la quiere llevar bajo engaño.
—¿Chávez es marxista
como pregona?
—El gobierno de Chávez es leninista-estalinista, de ahí su
actitud contra la universidad democrática y contra la libertad de cátedra. No
la tolera. Siempre será su enemigo. Hará todo lo que sea para ahogarla. No
soporta la más mínima disidencia ni que enseñen lo que fue en realidad la Unión
Soviética. Si él dice que no ha muerto, nadie puede decir que fracasó y se
derrumbó.
—Ahora lee El capital...
—Si leyera el Manifiesto Comunista, más sencillo, sabría que
Marx consideraba el capitalismo como el sistema más efectivo para crear riqueza,
y que el socialismo debe ser obra de la clase obrera, no impuesto desde fuera
por unos militares.
—¿Mediante un partido
con dirección colectiva?
— No. La lógica de Lenin es que el partido domina el Estado y
un hombre domina el partido.
—Aquí empieza ahora y
no ha habido respuesta de la sociedad...
—Sí. Se debe a que falló la educación democrática y
predominó la educación técnica.
—Ahora lo importante
es la ideología “marxista”.
—No confundamos adoctrinamiento con formación. La libertad
de cátedra permite que se discutan todas las tendencias y todas las doctrinas;
el adoctrinamiento, no. Es una sola vía: la verdad del partido.
—¿Miedo a la
democracia, miedo a la libertad?
—En democracia, la verdad no es de nadie. Mi verdad la tengo
que discutir con la del otro y llegar a un acuerdo. Chávez no discute ni
conversa. Nada de lo que le digan tiene valor para él. Para un marxista-leninista,
la estructura militar es la mejor. Ahí están los subordinados y el jefe que
ordena. El que no cumple las órdenes, al calabozo. La estructura del cuartel es
la ideal para un “marxista” como Chávez.
—Ha encontrado
respaldo.
—La esquizofrenia no les permite ver la realidad a los
intelectuales del chavismo. Tienen un esquema en la cabeza que los ciega.
Generalmente, poder es atropello; pero si ese poder es dictatorial, mucho peor.
Si un intelectual se somete a un autoritario, a un poderoso, contradice su
condición. El pensador del chavismo no es menos capaz ni menos inteligente,
sino que se ha castrado, se ha despojado de su parte más noble: el espíritu
crítico. Lo que aquí llegaba de la Unión Soviética como marxismo era leninismo
aplicado a los intereses soviéticos del momento, y redactado por sumisos. Era
marxismo según Stalin o marxismo según Lenin, pero no marxismo según Marx.
—En Marx también está
el germen del totalitarismo...
—Marx no reconoció los derechos humanos como aparecen en la
Revolución Francesa. En Sobre la cuestión
judía, interpreta los derechos del hombre y del ciudadano como un reflejo
del egoísmo de la sociedad burguesa. Consideraba que la propiedad privada, la
seguridad jurídica, la libertad de pensamiento, etc. eran conceptos típicos de
hombres que sólo se preocupaban de su bienestar. No reconoce los derechos
humanos como una protección contra el poder de cualquier Estado. Un freno a
todo despotismo. Los derechos humanos son subversivos para cualquier dictadura.
Una vez Iris Varela y Lina Ron dijeron: “¿Cómo va a tener derechos humanos
Carlos Ortega? Ése no tiene derecho a nada”. Claro, sus derechos humanos limitaban
el poder de ellas. Los camaradas, a pesar de que se burlan y se ríen de los
derechos humanos, cuando caen presos en una sociedad capitalista lo primero que
piden es que les respeten los derechos humanos. El irrespeto y el desprecio de
los comunistas por los derechos humanos tienen su origen en las ideas de Marx.
Una revolución como la rusa no pasa sin dejar lesiones profundas.
—¿Este es un gobierno
represivo?
—No sólo represivo sino también destructivo de toda libertad
humana. No tolera la libertad. Quizás sea por la pobreza mental, por sus
reducidas luces, que no admite la discusión.
—¿Se ha confundido la
abolición de la propiedad privada de los medios de producción con la demolición
de los medios de producción?
—Marx en El capital
señala que ninguna fuerza productiva se desarrolla con la desaparición total de
otra. Cuando se parte de cero no hay progreso. Desarrollo es mejorar lo que se
tiene, no su destrucción. Chávez es como el Libro Gordo de Petete. Sabe de
agricultura, de electricidad, de deporte, de medicina. Todo el saber humano que
existe y el que vendrá está en su cabeza.
—Lo que no significa
que sea una gran luminaria, sino que el resto del país está muy atrasado...
—La satisfacción de las necesidades de la población no es lo
prioritario para Chávez. Su único afán es el poder. La gente que él admira
–Mugabe, Castro Lukashenko– se ha mantenido en el poder sobre la miseria de sus
pueblos. Hegel decía en la Filosofía del Derecho
que sin propiedad no hay libertad. El individuo que produce y tiene propiedad posee
una defensa frente al poder. En Cuba, que no hay propiedad, puedes vivir en un
apartamento hasta que el Estado lo permita. Cuando hagas o digas algo que al
Estado no le guste, tendrás que ir a lavar excusados o a barrer calles. La
propiedad da fuerza y libertad al individuo.
—En el nombre del
marxismo se han cometido demasiados estropicios...
—Lenin admitió que en 50 años nadie entendió a Marx porque no
habín leído la lógica de Hegel. Marx en El
capital dice que coqueteó con el lenguaje peculiar de Hegel. Lo utiliza en
la exposición del valor, que los economistas no entienden porque no saben
lógica y tampoco los filósofos porque no saben de economía.
—¿Y los militares?
—No se dan cuenta de que tienen el libro al revés, como la
caricatura de Weill.
—¿Y el hombre nuevo?
—Marx lo llamaba el hombre total. En el comunismo real, el “hombre
nuevo” es el hombre adoctrinado, que es diferente.
—¿Un hombre libre?
—No. Un hombre adoctrinado es un mutilado. La universidad no
adoctrina, sino que enseña a pensar. Si
hay libertad, es imposible que un estudiante se someta a lo que diga un
profesor. En el adoctrinamiento sólo se tiene acceso a una línea de ideas y sin
la posibilidad de discutir. Es empobrecimiento intelectual y destrucción del
pensamiento.
—¿Qué significa radicalizar
y profundizar la revolución?
—Más destrucción y más adoctrinamiento. Este “socialismo” se
regodea con la miseria de la gente, no con su bienestar.
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