Sin disimulos
Junio, 2009
En el pretexto de Jacqueline Faría para aceptar tantos y tan
deshonrosos cargos y en las “sugerencias” de Cilia Flores –que quienes no estén de acuerdo con la entrega
del país a Cuba se vayan o se suiciden– se esconde la aviesa intención de la
camarilla gobernante de imponer a la fuerza su ideología “humanista”, libres de
pudores y por todas las vías, incluidos paredones de fusilamiento como los que
comandó el Che Guevara en la cárcel de La Cabaña; y como los que dirigieron, en
la década de los años sesenta en Venezuela, los comandantes Fausto de los
frentes guerrilleros. Sin duda, la vía más expedita para “corregir” desviaciones
ideológicas y de cualquier otro signo. Perro muerto, rabia eliminada.
Esta revolución pacífica, pero armada hasta los dientes y
los sobacos, presenta tantas goteras, tantas contradicciones, tantas falsedades
y tantas ineficiencias que pareciera condenada a tener como única realidad la
consigna que no pocos estudiosos de la historia han achacado a las hordas que
seguían a Boves: “Fracasamos o nos jodemos”.
Convencidos de que la miseria, la depauperación y la ruindad
generalizadas son las bases del socialismo, del hombre nuevo, están dispuestos
a pulverizar a cogotazo limpio no sólo a todo el que sepa leer y escribir –como
alardeaba con hechos aquel criminal que llamaban “el Iluminado Espinoza”–, sino
que también han traído ayuda de La Habana para que el revolcamiento en el
degredo, la estulticia, sea todavía más vergonzoso: una cruzada contra el saber.
Como el Coba criollo se reconoce maoísta, no debe extrañar que decrete una revolución
cultural y ordene la reeducación de científicos e intelectuales en las
cochineras que la Comuna Gual y España administra en Tacagua, ni que ahí pongan
a funcionar el anunciado laboratorio social que sustituirá al IVIC.
El despiadado ataque a la libertad y a la democracia –al
derecho de ser libres y a defender el principio que señala que la soberanía
reside en el ciudadano– implica que el tercer tranco del socialmilitarismo en
marcha pretende la vuelta despiadada al estalinismo criminal con la excusa construir
la “sociedad perfecta y justa” –algo tan falso como El Dorado y tan inexistente
como la Tierra Prometida– mediante no una ideología o un sistema de creencias,
sino el rudimentario y primitivo “me da la gana” de dictadores, autócratas,
caudillos y líderes salvadores de boina y pistolón. La astucia de la razón goza
de buena salud, no se rinde. Ventas a discreción y firmes.
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