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Ensayo sobre Hegel/ FRAUDE EN FILOSOFÍA


No cabe duda alguna que Hegel es uno de los filósofos más citados de la época actual. Y no cabe duda alguna de que es uno de los menos comprendidos. Su relación con Marx, en virtud de su dialéctica, interpretada por los soviéticos, lo encauzó hacia la banalidad y la superficialidad. Hegel mismo expuso con mucha claridad su filosofía, en distintas obras, pero nos parece que la que es más accesible a cualquier lector es su Propedéutica filosófica, traducida por nosotros, y publicada por Equinoccio (1980) Editorial de la Universidad Simón Bolívar.
Nos vamos a referir a esta obra, a las Explicaciones a la Introducción. Esa Introducción trata de la voluntad humana, pero esta puede ser tanto particular como universal. ¿De dónde toma su contenido la voluntad para actuar, esto es, para su comportamiento práctico? Puede tomarlo de un objeto externo o de uno interno. Cuando un objeto se origina desde el exterior, se trata de la percepción sensible. Y si ese objeto es suministrado por el espíritu pertenecen al mundo inteligible. Cuando nos es dado un objeto sabemos de él y no del yo. Pero aunque no lo sepamos el yo está presente y podemos tener conciencia de él.
Hegel se extiende más por lo que él entiende como conciencia práctica. Es la conciencia activa que no deja al objeto como él es, sino que produce modificaciones y engendra desde sí modificaciones. Podríamos afirmar que Hegel hace toda una filosofía de la conciencia. Inicia su análisis desde el nivel más bajo de la conciencia, esto es, aquel en que la conciencia está sumergida en el estado de naturaleza, tiene tendencias sobre las cuales no actúa, y se comporta como un ser necesario y no-libre (Propedéutica, Pág. 22). Pero el hombre es un ser pensante. Puede reflexionar, esto es, desviar su atención de los objetos externos y analizar sus tendencias. Ese término, con el sentido de desviar la mirada hacia lo interno y pensar, cumple un papel importante en la filosofía de Hegel. Esa característica del pensamiento es lo que le permitirá a la conciencia pasar a una etapa superior. La reflexión o, como dice Hegel “ir dentro de sí mismo” (Ob. Cit. Pág. 22) permite conocer lo que se tiene. Es algo muy distinto tener tendencias y saber que se tiene esas tendencias o tener malos modales y saber que se posee esas deficiencias: “En cuanto uno reflexiona en esto o sabe de ellos, uno tiene que saber de su contrario. La reflexión en ellos es ya en primer paso hacia su rebasamiento” (Ob. Cit. Pág. 23). Cuando se manifiesta una tendencia se tratará de satisfacerla y para ello se buscarán los medios adecuados para satisfacerla y se verá si los medios son demasiado importantes para sacrificarlos a esta tendencia. Por medio de la reflexión la conciencia se coloca en un nivel superior al de la satisfacción de la apetencia sin mediación. Leamos a Hegel: “Por tanto, la reflexión ha de comparar las tendencias para ver si son afines con la finalidad fundamental y si esta es más favorecida con su satisfacción. En la reflexión comienza el tránsito de la apetencia inferior a la superior. El hombre allí ya no es mero ser natural, es decir, ya no se encuentra en la esfera de la necesidad” (Ob. Cit., Pág. 23). ¿Cuándo se dice que algo ocurre necesariamente? Cuando solo puede ocurrir eso y no otra cosa. Por medio de la reflexión la conciencia escapa de la necesidad. Ella tiene frente a sí varias tendencias y escogerá la que le parece más conveniente. Es en esta esfera que tiene lugar el libre arbitrio. No es una libertad total pues la conciencia se encuentra frente a distintas posibilidades no creadas por ella. La conciencia se encuentra aquí en relación con lo finito. Es la esfera de lo finito. Satisfará una tendencia finita para luego recaer de nuevo en otra tendencia finita. La conciencia se mueve entre deseos y no se eleva por encima de esos deseos.
Después de esa esfera la conciencia transitará o pasará a la reflexión práctica absoluta, por encima de la esfera de lo finito, esto es, abandona la esfera inferior de apetencia.
Antes de continuar, vamos a hacer algunas observaciones. Para salir de una esfera y pasar a otra hay que hacer un acto de negación. Niego la esfera de la esfera inferior. No permanezco en ella. Eso no hace desaparecer deseos y tendencias. Siguen estando allí, pero se realizaran de otra manera. Es una negación que conserva, que no aniquila lo negado. Es el poder de lo negativo, propio de la conciencia y lo que hace que ella se mueva, transite o pase a otra esfera. Lo que mueve a la conciencia, lo que la hace pasar de una estructura a otra es el poder de lo negativo inmanente a ella: “Aquello por cuyo medio el concepto se impele adelante por sí mismo es lo negativo ya mencionado que contiene dentro de sí (in sich), este es el verdadero elemento dialéctico” (Ciencia de la lógica, Tomo I, Pág. 73). Concepto y conciencia son lo mismo. Si acudimos a la lógica, el concepto puede caracterizarse como la identidad consigo mismo (A=A). Pero dentro de sí contiene su negación No-A. Lo que lo niega es lo que lo hace ser lo que él es. Soy un hombre, no soy un ángel; no ser un ángel es lo que me da mi identidad. Y si yo tengo dentro de mí lo que me mueve esto no vendrá de otro ser sino de mí mismo. No actúa sobre mi ninguna fuerza externa, como es propio de los seres naturales carentes de pensamiento. Moverse a sí mismo, ponerse a la vez que pone su negación es propio sólo del espíritu. Sin el poder de lo negativo no habría historia ni progreso. Si la historia es propia del espíritu es este el que, por medio de su poder negativo, se opone a la vez que engendra la negación de lo puesto.
No crea el lector que siempre se ha sabido y admitido lo que afirmamos. En nuestro libro Ensayos sobre la dialéctica (Reedición 2010, Edit. Pomaire) escribimos lo siguiente del filósofo alemán N. Hartmann: Este “nos advierte que el poder de lo negativo nos sale continuamente al paso en la Fenomenología. Pero nos dice que estamos ante uno de los muchos caracteres superficiales de la dialéctica y no frente a lo peculiar o sustancial de ella” (Pág. 255).
No deja de causar asombro que N. Hartmann, uno de los más importantes filósofos, autor de obras fundamentales de ontología se le haya escapado lo esencial de lo dialéctico. ¿No conoció el trozo que hemos citado sobre el verdadero elemento dialéctico, que se encuentra en la Ciencia de la lógica? Pero nuestra sorpresa no se agota con la afirmación de N. Hartmann.
Un libro titulado rimbombantemente “Tres fundamenta­ciones de la filosofía marxista en Venezuela” (2011) y cuyo autor José Rafael Herrera fue titular durante veinticinco años de la cátedra Hegel en la Escuela de Filosofía de la UCV colocado bajo la guía de su maestro de vida y formación Giulio F. Pagallo, apoyándose en el pensamiento de Ludovico Silva afirmo lo siguiente: “Una determinada forma histórica se presentaría como tesis susceptible de ser negada por una antítesis negación que a su vez produciría una síntesis que no consiste en la lisa y llana negación de la tesis sino su superación o Aufhebung. Frente a esta logomaquia cabe preguntarnos si estamos o no estamos hablando de lógica” (Ob. Cit., Pág. 125).

Es importante nos parece, revisar lo que escribió Ludovico Silva sobre la filosofía y la dialéctica de Hegel. El libro al que nos vamos a referir “Antimanual para uso de marxistas, marxólogos y marxianos” fue publicado en 1975 por Monte Ávila. Hacen ya 39 años. Pero una publicación reciente, “Tres fundamentaciones de la filosofía marxista en Venezuela” (2011), publicada por las Ediciones de la Biblioteca, de la UCV, ha retomado lo escrito por el profesor Ludovico Silva, sin efectuar ninguna crítica propia e ignorando lo que se ha publicado sobre lo que escribió Ludovico Silva.
El profesor Herrera, como titular de la cátedra sobre Hegel, no consultó las obras de Hegel, acepta acríticamente lo que escribió el profesor Silva. El profesor  Herrera no valora nada de lo que se escribe y publica en Venezuela. Prefiere los autores italianos. Ya hemos citado un importante fragmento del profesor Silva, sobre la tesis, la antítesis y la síntesis. Toda la argumentación del profesor Silva se basa en lo siguiente: “La única lógica existente es la lógica formal, la lógica matemática” (Antimanual, Pág. 40).
Analizaremos lo que pensó Hegel de esa lógica, pero antes haremos una observación a lo que asienta el profesor Herrera sobre la Tesis, etc.
Leamos lo que escribe el profesor Herrera: “Esta ley (la de tesis, anti, síntesis) adolece de todo significado dialéctico (en vez de “adolecer”, hubiera sido mejor carece) de todo significado dialéctico y, como ya se ha advertido nada tiene que ver con la concepción expuesta por Hegel de la dialéctica (aquí el profesor Herrera ha debido señalar donde expuso Hegel esa concepción, Eduardo Vásquez). En primer lugar, porque Hegel solo ha hablado –que se sepa- en una oportunidad (habló o escribió, y ¿dónde lo hizo? de antítesis y síntesis, aunque no de tesis” (Tres fundamentaciones, Pág. 125). ¿Cómo es posible que un profesor que escribe sobre las fundamentaciones del marxismo ignore la Miseria de la filosofía donde Marx expone en que consiste la dialéctica de Hegel y sobre todo los términos propios de ella y sus equivalentes en distintos idiomas?
En nuestro país se hizo una excelente publicación de textos de Marx con el título de Escritos de juventud, con selección, traducción e introducción de Francisco Rubio Llorente (Instituto de Estudios Políticos. Facultad de Derecho, Caracas 1965). Para el que investiga el pensamiento de Marx en Venezuela es absolutamente indispensable conocer esa obra, pero el profesor Herrera ignora todo lo que se publica aquí, entre ellos mis trabajos sobre Hegel y Marx. Veamos lo que dice Marx en Miseria de la filosofía. Marx se pregunta ¿Qué es el método absoluto? Y responde “la abstracción del movimiento”, el movimiento en estado abstracto, ¿Qué es el movimiento en estado abstracto?, la fórmula puramente lógica del movimiento o el movimiento de la razón pura, ¿en qué consiste el movimiento de la razón pura? Y aquí viene lo que ha debido el profesor Herrera tomar en cuenta: “en ponerse, oponerse, componerse, formularse como tesis, antítesis, o bien en afirmarse, en negarse y negar su negación” (Ob. Cit., Pág. 351).
El término alemán sich setzen equivale a ponerse. Claro Hegel no utiliza el término español ponerse ni tampoco el de tesis que en griego significa poner. Lo que escribe J. R. H. nos lleva de asombro en asombro.
Ya vimos que, como lo afirma Ludovico Silva, Herrera sostiene que ese ponerse, oponerse y componerse, es una visión mecanicista y manualesca, y sostiene que es supuestamente una ley “presente en los manuales”. Miseria de la filosofía, donde expone lo que es el movimiento de la razón ¿es un manual?; como ya vimos lo que dice Marx, según J. R. Herrera, “carece de todo significado dialéctico”. Y enseguida para sostener su tesis escribe: “Hegel sólo ha hablado, que se sepa, en una oportunidad de antítesis y síntesis, aunque no de tesis y, según el profesor lo hace para “burlarse de semejante adefesio”.
El profesor debe explicarnos como puede haber antítesis sin que haya previamente una tesis. Antítesis supone que es oponerse a algo puesto. Lo que afirma Herrera se parece a la anécdota de un diputado español que se quedó dormido y se despertó cuando se iba votar. Exclamó: “¡No sé de qué se trata, pero me opongo!”.
Tratemos de explicar brevemente lo que contiene este ponerse y oponerse. En esa posición y oposición se encuentra toda la filosofía de Hegel, la cual no es otra cosa que el movimiento del espíritu. Él se mueve a sí mismo, la causa de su movimiento se encuentra en él mismo; no proviene de una causa externa. ¿Cómo encontró Hegel esa causa inmanente? La encontró en su crítica al principio de no-contradicción o de identidad. Ese principio es la base de la lógica formal: A es igual a A. Pero Hegel dice que A para ser A necesita de No-A. Sé lo que soy porque sé lo que no soy. Mi existencia, mi ser, se lo debo a otro. Por tanto, No-A forma parte esencial de A, le es inmanente, está contenido en él. Al ponerse A, lo otro contenido en él, que es a la vez su negación y su afirmación, se desarrollará, adquirirá vida y aparecerá.
Marx tiene una opinión muy distinta a la de Silva-Herrera. Negación, negación de la negación, no son para él una logomaquia, un poner a pelear ideas o conceptos. Ya citamos lo que Marx dice en la Miseria de la filosofía. Escuchémosle ahora en su Crítica de la dialéctica y la filosofía hegeliana en general. Este trabajo se encuentra en la Sagrada familia (Grijalbo, 1959). Se le conoce también como el Cuarto manuscrito. En ese texto, Marx hace una crítica muy detallada y profunda de la dialéctica en Hegel y en su relación con su filosofía. Comienza haciendo un elogio de L. Feuerbach, su grandeza consiste en ser el verdadero superador de la vieja filosofía. Feuerbach fue el fundador del verdadero materialismo y de la ciencia real. Nos lleva sobre todo a la crítica que Feuerbach hace de la negación de la negación y de la función que cumple en la filosofía hegeliana. Para entenderlo, resumamos brevemente lo que crítica Feuerbach. Hegel parte de lo que él llama el espíritu. Ese espíritu es algo vacío, carente de determinaciones. Feuerbach lo compara al Dios de la teología antes de la Creación. Es lo infinito no limitado por nada. Pero no permanece indeterminado, sino que saca de sí mismo sus determinaciones, se convertirá en el mundo finito, y así sólo por lo finito lo infinito adquiere verdad y realidad. El espíritu, pues se niega a sí mismo y se pone (tesis) como-no-infinito. Es la primera negación. Es el momento materialista del espíritu. Es allí donde se encuentra el materialismo, la negación de la teología. Ahora se comprenderá la negación de la negación. Esta primera negación será negada  y el espíritu se recuperará de esta negación. Es el restablecimiento de la teología. El punto tres de la gran hazaña de Feuerbach consiste en lo siguiente: “en haber contrapuesto a la negación de la negación que afirma ser lo absolutamente positivo (esto es, el restablecimiento del Dios de la teología, Eduardo Vásquez), lo positivo que descansa sobre sí mismo, tiene en sí mismo su fundamento” (Sagrada familia, Pág. 51). Este fundamento del materialismo no fue creado y por eso no descansa en otro sino que descansa sobre sí mismo. El análisis de Marx no se detiene allí. Ve en lo negativo que entraña el espíritu, como el único y verdadero acto y acto de autoafirmación de todo ser, y en ello se encontraba solamente la expresión abstracta, lógica, especulativa del movimiento de la historia (Sagrada familia, Pág. 52). Marx cambiará ese sujeto de la historia en Hegel, el espíritu, por los hombres reales y aplicará a la historia que hacen esos hombres la negación de la negación. En el Tomo I, de El capital, cuando Marx se refiere al desarrollo del capitalismo escribe lo siguiente: “…se desarrolla a una escala cada vez mayor la forma cooperativa del proceso de trabajo, la aplicación técnica consciente de la ciencia, la explotación sistemática y organizada de la tierra, la transformación de los medios de trabajo utilizables sólo colectivamente, la economía de todos los medios de producción al ser empleados como medios de trabajo de un trabajo combinado social, la absorción de todo los países por la red de mercado mundial y, como consecuencia de esto el carácter internacional del régimen capitalista” (Ob. Cit. Pág. 648). Como en Hegel, es en el seno de la sociedad existente donde se forma y desarrolla su negación. Los trabajadores formados en ella son la negación de la sociedad capitalista. Esta fue la negación de la sociedad anterior y ahora a su vez será negada por lo surgido en la seno: es la segunda negación o negación de la negación. Escuchemos a Marx: “la centralización de los medios de producción y la socialización del trabajo llegan a un punto que se hacen incompatibles con su envoltura capitalista.  Esta salta hecha añicos. Ha sonado la hora de la propiedad privada capitalista. Los expropiadores son expropiados. El sistema de apropiación capitalista que brota del régimen de producción capitalista, y por tanto la propiedad privada capitalista, es la primera negación de la propiedad privada individual, basada en el propio trabajo. Pero la producción capitalista engendra, con la fuerza inexorable de un proceso natural, su propia negación. Es la negación de la negación. Esto no restaura la propiedad privada ya destruida, sino una propiedad individual que recoge los progresos de la era capitalista” (El capital, Tomo I, F.C.E., Págs. 648-649). Aquí vemos el movimiento de la historia explicado en términos hegelianos. Recordemos lo que escribe, con una seguridad dogmática, propia de un gran investigador, “No es verdad que la dialéctica de un Hegel que opera según la fórmula tesis, antítesis y síntesis o que ni mucho menos. Semejante formulación de la dialéctica sea una ley de neto corte hegeliano, denominado por Hegel como ley de la negación de la negación. Según esta visión manualesca que Silva hace bien en refutar…” (Tres fundamentaciones, Pág. 125). El autocalificado único intérprete de Hegel, cuyo saber le autoriza a denunciar a los falsos intérpretes, ignora que esa formulación contiene el movimiento de la historia según ese gigante del pensamiento: el espíritu se pone (tesis, sich setzen) y poniéndose pone también su negación (sich setzen gegen), y luego esa oposición se concilia con lo puesto, es la negación que conserva (Aufhebung). Si la negación consistiera “lisa y llanamente en la negación de la tesis, no habría progreso en la historia, esto es, sino se conservara nada, si nada debería ser conservado, nada de lo anterior seria verdadero. Cuando Hegel analiza el caso Sócrates en Atenas considera a Sócrates un hombre moral, esto es, un hombre que analiza, somete a examen lo existente, las leyes e instituciones vigentes y sólo admite lo que está de acuerdo con su conciencia. Es la moralidad enfrentada a la eticidad. Sócrates es un subversivo, un hombre que cuestiona la eticidad existente. Sócrates es sometido a juicio por corromper a los griegos.  Pero lo aportado por él no desaparece. La moralidad se concilia con la eticidad y formará parte de la cultura occidental. Marx, en el proceso de trabajo no dejo de utilizarla. Acabamos de ver como al negar a la sociedad burguesa la nueva sociedad recoge los progresos de la sociedad capitalista.
Estamos viendo en nuestro país como los revolucionarios del siglo XXI, destruyeron los progresos de la sociedad burguesa; esto es, destruyeron la base económica de la nueva sociedad y ahora tienen que partir de la nada. Hace más de 60 años en (1964) que publicamos un trabajo con el título de Proceso de trabajo y desarrollo de las facultades humanas. Formaba parte del libro Textos escogidos de L. Feuerbach. Era una investigación del proceso de trabajo expuesto por Marx en El capital. La base de esa investigación era la siguiente: “Es evidente que cada avance en el modo de producción no se debe al azar, sino que tiene su origen en el modo anterior al cual niega conservándolo y desarrollándolo (Aufhebung). Así, la producción manufacturera niega el modo de producción anterior, pero absorbe y conserva al artesano y su instrumento; la producción fabril (basada en la máquina) niega el modo de producción manufacturera,                                                                                                                         pero absorbe y conserva las herramientas de los artesanos que ya habían sido incorporadas al obrero colectivo incorporándolas ahora a una máquina; cada proceso lleva en su seno las condiciones para el siguiente y este a su vez es el resultado del anterior” (Ob. Cit. Pág. 184).
Esta investigación precede a las de L. Silva y J. R. Herrera. De haberlo leído y verificado sus aserciones en El capital, seguramente no habrían calificado a la dialéctica de Hegel y su terminología de logomaquia.
En Venezuela no hay Aufhebung en filosofía. No se toma en cuenta lo pensado antes. Respecto al término Aufhebung lo incluí en un glosario de términos hegelianos. En una reciente edición de Los puntos fundamentales de la filosofía de Hegel aparece ese término (Pág. 199, Superar, comenzaba así: “Es la traducción que nos parece más exacta para Aufhebung. Está relacionado con transitar o pasar a, pues un término cuando pasa a otro, por requerirlo para existir, se niega, y a la vez, se conserva en él”.
Examinemos ahora la afirmación de L. Silva: “La única lógica existente es la lógica formal, la lógica matemática” (Antimanual, Pág. 40). Esta afirmación le sirve para refutar la supuesta lógica dialéctica, que afirma que la negación, a la vez que niega conserva. La base de esa lógica es el principio de identidad, o, lo que es lo mismo, es de no-contradicción. La afirmación de L. Silva implica que Hegel no conocía esa lógica o si la conoció no la admitió.
Hegel conocía cabalmente ese principio. Realizó una profunda crítica de ese principio. En la Fenomenología la calificó como “principio del sano entendimiento humano”, con ello ironizaba que sólo era sano el entendimiento que se rige por ese principio.
Hegel dio argumentos muy bien hilvanados contra ese principio. En la Enciclopedia encontramos un resumen. Del principio de no contradicción (es de identidad) se pretende que, sus proposiciones, son leyes generales del pensamiento. Edmundo Husserl, en los años treinta escribió argumentos muy rotundos sobre esas pretendidas leyes. Si rigieran el pensamiento nadie cometería contradicciones. Basta leer lo que dicen personajes públicos para encontrar contradic­ciones, de las cuales no son conscientes.
Hegel antes criticó a ese principio como un principio que hace abstracción de todos los otros seres, de los cuales depende y a la vez le permiten ser lo que él es. El principio de identidad, aplicado a los seres finitos, los convierte en absolutos: “Cuando se dice que el principio de identidad no puede ser demostrado, pero que toda conciencia procede según ella y le da su asentimiento, en cuanto lo oye después de la experiencia, puede decirse que a esa supuesta experiencia de la escuela, se opone la experiencia universal, que ninguna conciencia piensa ni tiene representaciones conforme a esa ley, etc., ni habla según ella, y que ninguna existencia, cualquiera que sea, existe conforme a ella. Hablar según esa supuesta ley verdadera (un planeta es un planeta; el espíritu es el espíritu) pasa ciertamente como tonto; esa sí que es una experiencia universal. La escuela,  en la que sólo son válidas esas leyes, hace ya tiempo, así como su lógica que los expone seriamente, ha perdido todo crédito respecto al sentido común como respecto a la razón” (§ 115). La identidad absoluta rompe relaciones con los otros, sostiene que un ente cualquiera no necesita de los otros para existir. En la Fenomenología (Pág. 216, F.C.E.) encontramos un estupendo ejemplo. Hegel se refiere al individuo que quiere ser el puro ser para sí, y por eso rechaza la comunidad con otros. Este es su contrario, lo que él no es. En la página 210 leemos lo siguiente: “El trabajo del individuo para satisfacer sus necesidades es tanto una satisfacción de las necesidades de los otros como de las suyas propias, y sólo alcanza la satisfacción de las propias necesidades por el trabajo de los otros”. La propia acción de la singularidad niega su pretensión al aislamiento. Esa acción hace que transite (o pase a) la comunidad. Así lo describe Hegel: “El tránsito (Űbergang) se opera de la forma del uno a la forma de la universalidad, de una abstracción absoluta a otra” (Fenomenología, Pág. 216). Negación, transitar, son categorías de la dialéctica. Hegel dice, y Marx lo critica por eso, que la realidad es un silogismo (el singular se integra a lo universal, pero ese silogismo y su conclusión, no es fruto de una operación mental, sino del movimiento propio de la realidad). Nos viene a la memoria lo que escribe A. Kojeve acerca de la dialéctica: “El movimiento dialéctico es un movimiento del pensamiento y del discurso humano; pero la realidad misma a la que se piensa y de la que se habla nada tiene de dialéctico. La dialéctica no es más que un método de investigación y de exposición filosófica (Introducción a la lectura de Hegel, Pág. 455). Afirma, pues, Kojeve que la dialéctica tiene lugar en el pensamiento. Sin embargo, en la página 528 de la misma obra afirma otra cosa: “…o, en otros términos, es cuando analiza los caracteres específicos de la realidad humana, que Hegel descubre la dialéctica del Ser y de lo Real, y la categoría ontológica de la Negatividad que está en la base de esta dialéctica”. El lector puede escoger la que más le agrada de estas dos concepciones, pero no sabrá cuál es la de Hegel. La incoherencia, la arbitrariedad, se despliega a todo lo largo de esa supuesta interpretación. Y el discípulo de Kojeve,  J. Hyppolite no se queda atrás. En efecto, cuando analiza e interpreta el trozo que estamos estudiando, no encontramos las categorías de la dialéctica. Ni negación, ni mediación, ni tránsito. Ni tampoco encontramos el trabajo para satisfacer las necesidades como mediadora, esto es, por medio del trabajo el singular transita a lo universal. Hypolite se refiere sobre todo al deseo. El tránsito a lo universal integra al singular en lo universal (la comunidad). Es allí donde se encontrará su verdad, es allí donde encontrara su plena expansión. Se destruye la singularidad aislada, pero ella es conservada en la comunidad. Es la negación que conserva. Es la muerte de la singularidad aislada pero es su realización, pues es en la comunidad donde el singular encuentra en verdad su realidad. Para expresar lo anterior, Hegel utiliza la expresión: zu Grunde gehen, que significa literalmente, como lo traduce W. Roces, ir al fondo y también perecer. Para la significación de lo que ocurre allí preferimos fundamento para Grunde y no fondo. Nuestra interpretación se confirma en lo que Hegel añade: “el individuo es, como conciencia, la unidad de sí mismo y de su contrario, (en términos lógicos A es No-A, en vez de A es A), este ir al fundamento sigue siendo para él su fin y su realización, lo mismo que la contradicción entre lo que para él era la esencia y lo que es la esencia en sí”. Interrumpamos para aclarar. La esencia era “Yo soy A=A”, esa es mi verdad. Pero al encontrar en la comunidad su realización, la esencia ha cambiado: “Soy lo que soy en No-A”. Es una clara critica al principio de identidad que coloca a No-A fuera de A. Confirmemos: “…el individuo experimenta el doble sentido que lleva implícito lo que obra, a saber, el haber tomado su vida, tomaba la vida pero asía más bien con ello la muerte” (Fenomenología, Pág. 217). Lo que muere es la singularidad abstracta (abstraída o separada de la comunidad) y cobra existencia la que se integra a la comunidad. Los intérpretes de Hegel hacen comentarios inadecuados de esa parte de la Fenomenología. No encontramos en ello la crítica de la identidad por medio del trabajo, la negación que hace de sí mismo por su propia actividad al singular. Se interpreta a la muerte del singular aislado como una muerte física y no como la muerte de una falsa concepción de la esencia. La esencia verdadera se encuentra en la integración de la individualidad en la comunidad, la cual, como dice Hegel es “su finalidad y su realización”. Veamos los desvaríos de J. Hyppolite: “En todo goce, nuestra singularidad, en tanto que singularidad, es anulada, y nosotros morimos, nos consumimos a cada instante. En la voluptuosidad todavía somos deseos y el deseo aspira a la voluptuosidad. Por consiguiente, esa potencia anuladora, lo universal (subrayado Eduardo Vásquez), es aquí para la misma autoconciencia…”. J. Hyppolite no se refiere para nada a cómo funciona la dialéctica en esa figura. ¿Cómo puedo catalogar de potencia anuladora a lo universal (la comunidad) si Hegel mismo nos dice que “el individuo, como consciencia, es la unidad de sí mismo y de su contrario, si el transito es para el ir al fundamento que sigue para él su fin y su realización? (Fenomenología, Pág. 216-217). Es también una interpretación arbitraria de la apetencia convertida en deseo. Aquí la apetencia es la satisfacción de la necesidad por lo dado. Juega el individuo o pasará a una etapa superior como ya lo hace cuando para satisfacer sus necesidades sólo puede hacerlo con el trabajo de los otros miembros de la comunidad. Nada de lo que dice J. Hyppolite sobre el deseo, la muerte, la voluptuosidad, tiene que ver con la dialéctica que funciona aquí. Preferimos traducir apetencia y no deseo. La apetencia consiste en la necesidad de consumir para satisfacer la necesidad. Tiene varios niveles. El primero es el consumo sin mediación. Se está dominado por ese deseo natural. Cuando aparece la reflexión, como ya vimos el individuo puede actuar sobre sus apetencias, decidir cuál va a satisfacer y cual no. Es la esfera del libre albedrio, y corresponde a la libertad según los filósofos del entendimiento. Pero hay aún una esfera superior, la de la razón. En la Filosofía del derecho se encuentra un claro resumen de lo que venimos explicando: “Ambos primeros momentos, es decir, que la voluntad pueda abstraerse de todo y que también sea determinada por sí misma o por otro –son fácilmente concebidos y admitidos- porque ellos para sí son momentos no verdaderos y del entendimiento, pero el tercero, el verdadero y especulativo (y todo lo verdadero, en cuanto es concebido, sólo puede ser pensado especulativamente)…” (§ 7, Ob.).

         El comentario de Ramón Valls Planas (Del yo al nosotros, Pág. 181) no ayuda a comprender el texto que comienza de esta forma: “El transito se opera de la forma del uno a la forma de la universalidad…” (Fenomenología, Pág. 216 F.C.E.). Hegel califica de abstracción absoluta tanto al individuo fuera de la comunidad como la comunidad sin el individuo. Es de la comunidad ética (R. V. P.) de la que se separa el individuo o se separa de ella al pretender satisfacer sus necesidades sin el trabajo de los otros. Hegel dice: “Esto se manifiesta, así, de tal modo que el individuo se ha limitado a perecer (a la vez de ir al fundamento) y la absoluta fragilidad (el F.C.E. traduce esquivez) de la singularidad se pulveriza al chocar con la realidad…”. Según Valls Plana, el individuo, al integrarse a la comunidad, muere aplastado por la dura necesidad universal. Uno de los postulados de la filosofía de Hegel es el siguiente: “El espíritu no es nada individual, sino unidad de lo individual y de lo universal” (Filosofía del derecho, § 156 Adición). En la página 217, se encuentra la refutación de lo que afirma R. V. P.: “Pero la autoconciencia ha sobrevivido en sí (o para nosotros) a esta universalidad pura es su propia esencia”. Hegel no cambia de pensamiento en sus distintas obras. Don Ramón ha podido encontrar en la Filosofía del derecho lo mismo que está diciendo Hegel en la Fenomenología. Veamos el § 185 y 186: “La particularidad para sí, por una parte, como satisfacción de sus necesidades vitales que se manifiestan onnilateralmente, arbitrio contingente y preferencia subjetiva se destruye a sí misma y a su concepto substancial en su goce. Por otra parte, como infinitamente excitada y en permanente dependencia externa y del arbitrio, así como limitada por el poder de la universalidad la satisfacción, tanto de las necesidades vitales necesarias, como de las contingentes, es contingente”. En ese § Hegel nos dice que “la particularidad para sí (aislada) se dice en la Fenomenología: perece. En la Observación a ese § Hegel desarrolla más aún la importancia de la particularidad en los Estados modernos. Pero en la antigüedad esa particularidad se mostró como “la avasallante corrupción de las costumbres y el último fundamento de la decadencia de ellas” (Obs.). Pero como dijimos es la base de sustentación de los Estados modernos. En el § 186, Hegel desarrolla  el tránsito de esa personalidad autónoma infinita no perece, sino que va a su fundamento, donde encuentra su pleno desarrollo: “Pero el principio de la particularidad, precisamente porque se desarrolla para sí hasta la totalidad, transita (übergeht) a la universalidad y sólo en ésta tiene su verdad y el derecho de su realidad positiva. Hegel nos advierte que esa unidad no es aún la unidad ética y por ello no es libertad. Todavía la domina la necesidad. Es una etapa por la que debe pasar. En ella se desarrolla la libertad formal, la universalidad del saber y el querer: es el proceso de constituir a la subjetividad en su particularidad (§ 187). Una vez constituida la subjetividad se negará y transitará a una etapa superior: la del espíritu. Se integrará a lo universal. Recordemos que Hegel define al espíritu de la siguiente manera: El espíritu no es nada individual sino unidad de lo individual y de lo universal (Adición, § 156). Hegel siempre procede de etapa en etapa. Comienza por los sentidos, lo singular, transita al entendimiento donde lo dado contiene elementos de la subjetividad y culmina en la razón. En la Fenomenología sigue rigurosamente ese orden: conciencia, autoconciencia y razón. Es el mismo sujeto el que pasa por esas etapas. Va enriqueciéndose, exteriorizando todas sus potencialidades. Todas las figuras se desarrollan conforme a esas etapas sucesivas. Los comentaristas de Hegel no toman en cuenta esa sucesión. No conciben la sucesión como producto de la negatividad y no de la acción y el pensamiento del individuo.

         Un prestigioso intérprete de Hegel, Dieter Heinrich  cuya obra “Hegel en su contexto” (Monte Ávila, 1990) escribe lo siguiente a propósito del  § 185. Recordemos como comienza: “La particularidad para sí…, se destruye a sí misma”, Dieter Heinrich: “La sociedad civil se destruye a sí misma…” donde Hegel escribe particularidad para sí, Dieter Heinrich lee sociedad civil. No es la sociedad civil la que se destruye, sino la particularidad para sí (aislada y supuestamente independiente). La misma acción del individuo para satisfacer sus necesidades vitales engendra su negación. De esa figura, la particularidad transitará a una nueva. Satisfará sus necesidades con el trabajo suyo y el de los otros. Los comentaristas no toman en cuenta la negación que conserva, sin la cual sería imposible el tránsito de la conciencia a la figura siguiente. En los comentaristas no aparece nunca la Aufhebung, salvo en Kojeve, quien escribe: “Pero puede decirse que la dialéctica hegeliana está totalmente resumida por una sola categoría fundamental, la cual es la supresión dialéctica (Aufheben)” (Pág. 480). Sin embargo, nos parece que no hace buen uso de ella. Por ejemplo, en la página 232, afirma: “La filosofía de la conciencia (Bewusstseins), es decir, la filosofía pre hegeliana no se ocupa del Estado, de la Humanidad, de la Historia. Ella sólo se ocupa del particular aislado. Pero, al hablar del Particular ella debe necesariamente hablar también de lo Universal, al cual el Particular se opone: “Sabemos que lo que llama Hegel conciencia se refiere a la etapa del dualismo: sujeto y objeto. Pero la conciencia hará la experiencia, producida por las contradicciones, de que le surge un  nuevo objeto: la autoconciencia. No es ella la que halla de o procura un cambio. Es la dialéctica, independiente de su conocimiento, lo que hace surgir al nuevo objeto, a su espalda y sin que ella sepa cómo. En esa nueva etapa, la del entendimiento abstracto aparecerán nuevas determinaciones, las que son propias del objeto y las que aporta el sujeto. El dualismo será superado. Y lo será totalmente en la etapa de la razón, etapa de la unidad entre el singular y lo universal.

Lo que llama Hegel autoconciencia (o concepto) es uno de los componentes de su filosofía peor comprendido. Es ella (o el concepto) la que engendra la realidad exteriorizando sus categorías. Ella pone la realidad, engendrando desde sí misma sus diferencias; como son partes de ella Hegel afirma que son diferencias que no son tales. Gracias a ello desaparece el dualismo, pues lo que está en el objeto es el sujeto exteriorizado. El objeto es una diferencia que no es una diferencia. ¿Cómo puede Kojeve escribir una insensatez como la de que es, en cierto modo la autoconciencia de Napoleón? (Introducción, Pág. 195). Debería explicarnos en que consiste ese en cierto modo. Sabemos que la autoconciencia surge cuando ya no hay amos ni esclavos y por eso puede constituirse un Estado, donde las leyes valgan para todos. Un Estado democrático no puede fundarse sobre desigualdades. Cabe preguntarse porqué, para interpretar a Hegel, Kojeve no se refiere a Feuerbach ni a Marx. En efecto, Kojeve escribe: “Esa antropología, desarrollada en el primer volumen de Ser y Tiempo y sin duda alguna notable y auténticamente filosófica, nada añade en el fondo a la antropología de la Fenomenología, a la cual, por otra parte, probablemente nunca habríamos comprendido si Heidegger no hubiera publicado sus libro” (Ob. Cit., Pág. 525). Uno de los peores libros escritos por Heidegger es el dedicado a interpretar a Hegel. Además recientemente la publicación de los Cuadernos Negros del nazi Heidegger contiene el racismo y antisemitismo más extremo del nazi. Hay numerosos textos de Marx que le habrían explicado a Kojeve la filosofía de Hegel. Ya hemos citado muchos. Pero ahora queremos remitirnos a uno en el que Marx explica lo que es la autoconciencia. De haberlo conocido no habría escrito que Hegel era la autoconciencia de Napoleón. Citemos: “Si el señor Edgar se detuviera un momento a comparar la igualdad francesa con la autoconciencia alemana se daría cuenta de que el segundo principio expresa en alemán, es decir, en el plano del pensamiento abstracto, lo que el primero expresa en francés, es decir, traducido al lenguaje de la política y la intuición pensante. La autoconciencia es la igualdad del hombre consigo mismo en el pensamiento puro. La igualdad es la conciencia del hombre acerca de sí mismo en el elemento de la práctica, es decir, consiguientemente,  la conciencia del hombre acerca del otro hombre como igual a él. La igualdad es la expresión francesa de la unidad humana esencial, de la conciencia y el comportamiento de la especie humana, de la identidad práctica del hombre con el hombre, es decir, consecuentemente, de la relación social o humana del hombre respecto del hombre” (Sagrada familia, Pág. 104, Ed. Grijalbo, 1959). Nada tiene que ver lo que es la autoconciencia en Hegel, según él mismo y según Marx en lo que dice A. Kojeve.  

La formación de los profesores universitarios que dictan cursos sobre pensadores como Hegel y Marx tiene que producir sorpresas. Sus clases son para formar profesores, pensadores, intelectuales  de jerarquía. El profesor J. R. Herrera, para explicar a Hegel, se limita a comentar a Ludovico Silva y a J. R. Tenorio. No consulta los textos de Marx ni los de Hegel. Pero ¿quién le dio clases a J. R. Herrera, quien le enseñó la filosofía de ese gigante del pensamiento? ¿Será a éstos a los que llama padres espirituales? Respecto al término Aufhebung  de importancia fundamental en la filosofía de Hegel, pues significa la eliminación del escepticismo y la formación en la historia de la esencia humana, se limita a repetir lo que dice Ludovico Silva: frente a esa logomaquia (se refiere a la Aufhebung)… En español existe, desde1959, la traducción de la Sagrada familia, de haberla consultado, acicateado por sus dotes de profesor investigador, el señor Herrera habría encontrado que esa categoría no era una logomaquia. En la pág. 64 leemos: 

a)               La superación, como movimiento objetivo que hace retornar a sí la exteriorización. Es ésta la visión expresada, de la apropiación de la esencia subjetiva por la superación de su enajenación, la visión enajenada, en la objetivación real hombre, en la real apropiación de su esencia objetiva, por la negación de la determinación enajenada del mundo objetivo, por su superación, en su existencia enajenada, como el ateísmo, en cuanto superación de Dios, es el devenir del humanismo teórico, y el comunismo, como superación de la propiedad privada, la reivindicación de la vida humana real como su propiedad…” Al final de ese extraordinario texto Marx remata: “Sólo con la superación de esta mediación –que es, sin embargo una premisa necesaria, se llega al humanismo que comienza positivamente consigo mismo, al humanismo real” Marx no sólo le concede una gran importancia a la superación en la filosofía de Hegel, sino que también la incorpora a su materialismo y al de Feuerbach. Limitémonos a comentar que “el ateísmo en cuanto superación de Dios, es el devenir del humanismo teórico”. Marx se refiere aquí a que, según Feuerbach, Dios es la esencia humana exteriorizada y puesta como un ser ajeno. El hombre se apodera de esa esencia (es decir, la niega sin destruirla) y allí comienza el humanismo teórico. Así mismo, la riqueza, todo lo que ha exteriorizado el trabajo humano, constituye la esencia enajenada (convertida en ser ajeno), constituye la esencia humana. El comunismo es la superación de esa enajenación que es la objetividad del ser humano real ¿Conocía ese texto el profesor Herrera? O sí lo conocía podemos presumir que no era capaz de comentarlo. Tenemos pleno derecho a pensarlo así. En la página 125 de su desastroso libro, leemos: “la palabra dialéctica la utilizará Hegel, por razones estrictamente pedagógicas, en la Fenomenología” (Tres fundamentaciones, Pág. 126). El profesor Herrera es avaro en sus explicaciones ¿Qué debemos entender por razones estrictamente pedagógicas? Como siempre, el profesor R. J. Herrera ignora textos fundamentales del autor a  quien interpreta sin conocerlo. En la Filosofía del derecho, libro cuya traducción al italiano cargaba siempre bajo el brazo, habría podido leer: “El método está presupuesto aquí igualmente desde la Lógica. Como en la ciencia el concepto se desarrolla desde sí mismo y sólo es una progresión inmanente y una producción de sus determinaciones” (§ 31). Es en esto que consiste lo dialéctico. El concepto engendra y exterioriza su propio contenido; esas son diferencias que, como son propias de él, son diferencias que no son diferencias. En la Observación al mismo párrafo, Hegel lo escribe: “Llamo dialéctica al principio  motor del concepto en cuanto particularización de lo universal, no sólo disolvente sino también productora. Dialéctica, por tanto, no es el sentido de que ella disuelve, confunde, lleva de aquí para allá un objeto, a una proposición, etc., dado en general al sentimiento, a la conciencia inmediata, y sólo tiene que hacer con la deducción de su opuesto, una manera negativa, como aparece frecuentemente en Platón” (§ 31). Al final de esa observación, leemos: “Aquí es el espíritu en su libertad  la más alta cumbre de la razón autoconsciente la que se da realidad y se engendra como mundo existente”, y para completar más aún su explicación de lo que es lo dialéctico leemos: “Así, nosotros no actuamos, pues sólo queremos mirar cómo se autodetermina el concepto y nos hacemos la violencia de no añadir nada de nuestro opinar y pensar” (§ 32, Adición). Sabemos que J. R. Herrera no incluye en la bibliografía para sus clases ninguno de nuestros trabajos y no sabemos si alegrarnos o entristecernos por ello. Pero no es sólo a nosotros a los que descarta. Para hacer su afirmación tan tajante sobre lo dialéctico tampoco tuvo en cuenta la Enciclopedia. Allí encontrará expresado en qué consiste este elemento fundamental, estructurante, de la filosofía especulativa, sin la cual ella no sería posible. En el § 11 habría leído: “La visión que la naturaleza del pensar consiste precisamente en la  dialéctica…” (Observación). Y también en el § 81 podemos leer: “El momento dialéctico es el propio superar (Aufhebung) de tales determinaciones juntas y sin pasar a (Aufgehen) a su opuesto”.  

                    
En el § 82, Observación, puede leerse “La dialéctica tiene un resultado positivo porque tiene un contenido determinado o, lo que es lo mismo, porque su resultado no es verdaderamente la nada abstracta y vacía, sino la negación de determinaciones sabidas como ciertas. Toda la Ciencia de la lógica, el desarrollo de las categorías a partir del Concepto, no es otra cosa que la exposición de la dialéctica. El profesor Herrera ha hecho una labor de total demolición de la filosofía de un gran pensador. Su dinamita se encuentra claramente expuesta aquí: “Por ningún lado se encontrará ni la tesis, ni la antítesis, ni mucho menos, la ley de la negación de la negación, entendida dentro de los presupuestos fijados por la lógica formal, es decir, como oposición por contradicción. Ni hay triada dialéctica ni Ley, ni Hegel se refiere a llueve y no llueve, porque la indeterminidad que es propia de la oposición por contradicción no puede dar respuesta a la absoluta determinación existente de la oposición de la forma y el contenido, del ser y del pensar; en una expresión, de sujeto y objeto” (Tres fundamentaciones, Pág. 130). En cada línea que escribe, el señor Herrera expone su ignorancia de la filosofía que él enseña en la cátedra. Ya nos referimos a lo que afirma (Por ningún lado se encontrará ni las tesis, ni la síntesis, ni mucho menos la ley de la negación de la negación) esto es, la destrucción de la filosofía de Hegel: ponerse (tesis), oponerse (antítesis) y componerse (síntesis). Las limitaciones, la ignorancia del señor Herrera no le permitieron encontrar la tesis (sich setzen) ni sus derivados en su lectura de esa filosofía, por consiguiente, no existen. Y esto si es una ley. Otra perla: porque la indeterminidad que es propia de la oposición por contradicción. En Hegel, la oposición entre una posición del espíritu, siempre es, siempre tiene que ser, contiene determinaciones. Estas son las tesis. El espíritu contiene determinaciones y éstas por la fuerza de la negatividad tienen que exteriorizarse. Es en esto que consiste el progreso (la historia como progreso) del espíritu: exteriorizarse, negarlas sin destruirlas) y conservarlas junto a la exteriorización de nuevas determinaciones. Pero el señor Herrera no se conformó con exponer su ignorancia en la cátedra. Se empeñó en exponer en un libro (publicado por U.C.V.) esa ignorancia. ¿Quién autorizó esa publicación? ¿Fue el profesor Omar Astorga, encargado de las publicaciones de filosofía? Ya ambos anteriormente en un concurso en la Facultad de Derecho, sobre filosofía del derecho, se habían aliado para calificar en todas las pruebas con 20 puntos a otro total ignorante de la filosofía de Hegel. Como su protegido no ganó el concurso, ambos se propusieron y lo lograron, anular el concurso. Pero aquí ambos no pueden anular el cuerpo del delito: Tres fundamentaciones de la filosofía marxista en Venezuela. (Ediciones de la Biblioteca, 2010).  ¿Irá este libro al exterior? ¿Y la Escuela de Filosofía ha tomado alguna medida para proteger a sus alumnos? Aquí no ha habido ni reprimendas, ni críticas, pero si premiación con un alto cargo.                 

                                                         Eduardo Vásquez

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