LOS CUADERNOS NEGROS
El
pensamiento filosófico fue avasallado y anulado por dos poderosos movimientos:
el llamado marxismo-leninismo y el heideggerianismo. El primero, fue instaurado
por Lenin. Metía la política propia de una banda de delincuentes en la filosofía:
torturas, campos de concentración, genocidio, todo ello ingresaba en el
pensamiento. Toda la grandeza del pensamiento se envileció. El pensamiento aún
no se recupera de un daño tan descomunal.
El
otro movimiento destructivo fue producido por Martin Heidegger. Su obra
filosófica (Ser y tiempo) estremeció
el mundo del pensamiento. Aparecieron nuevas categorías (o existenciarios) que planteaban un nuevo campo para la
concepción que se tenía del ser humano.
Llamó
al ser humano Dasein (ser-ahí) para eliminar toda valorización anterior. Ese
ser-ahí no tiene propiedades, sino modos de ser específicos. Por ejemplo, lo
que es propio de mí, esto es, que la existencia se vive siempre en primera
persona; o la mortalidad, esto es, el hecho de que la existencia siempre está
habitada por la conciencia de la propia muerte; o la mundanidad (ser en el
mundo), el hecho de que el Dasein
está siempre ya echado en el mundo. Estos existenciales le sirven de marco a
Heidegger para resolver el problema de la condición humana; establece dos
maneras distintas de ella: la auténtica
y la inauténtica.
La
existencia tiene una manera de concebirse por la influencia de la existencia en
común. Debido a ella está manejado por el Se
(se dice, se hace, se permite) esto significa comprenderse de manera instrumental
según el modelo técnico de las cosas que lo rodean.
¿Cómo
puede el Dasein tener una comprensión
originaria de su ser? Rompiendo todos los vínculos con los otros y confrontando
la experiencia más decisiva y más solitaria: la anticipación de su propia
muerte. Esa filosofía aportaba una nueva concepción de la condición humana como
pura posibilidad de Ser, llamada a confrontarse a la mortalidad como el poder
más próximo de cada uno. Fue un nuevo aliento que Heidegger introdujo a finales
de los años 20.
K.
Löwith nos advierte que todos esos existenciarios fueron comunes a los de los
jóvenes nacional-socialistas de esos años. Los defensores de Heidegger siempre
sostuvieron que su apoyo al régimen siempre iba acompañado de una condena al
antisemitismo y al biologismo racial. Sin embargo, los Cuadernos negros rompen toda duda sobre ello. Entre los que
acogieron su tesis de la razón
instrumental se encuentran los que vieron en ella una de las críticas más
contundentes de la modernidad. Según Heidegger, ella irrumpe con Descartes,
cuya metafísica de la subjetividad convierte a los entes en objetos, fijados en
su dominio de asignación y
disponibilidad. Todos los entes son convertidos en útiles, de los cuales
podemos disponer y utilizar. Este fue considerado como un giro, una posición diferente de la de Ser y tiempo. Sin embargo, los Cuadernos
negros aclaran que no fue una toma de distancia respecto a su primera
filosofía, sino que allí retoma y profundiza los peores extravíos. En ellos
adquiere todo su sentido la razón técnica.
La
historia, según Heidegger, es la historia del olvido del Ser. Ese olvido se
debe a la técnica, en una concepción de que los entes son para manipulados, por
la voluntad de poder. En ese campo,
las potencias enfrentadas se sirven, una mejor que otras de esa voluntad. Al
respecto, escribe Heidegger: “Los modos de pensamiento imperialista y
belicista, por un lado, humanista y pacifista, por el otro, no son más que
modos de pensamiento gemelos…, en cuyo dominio ninguna decisión ya no es
posible –porque sólo representan los retoños de la metafísica. Es por lo misma
razón que el judaísmo internacional puede servirse tanto del
uno como del otro, proclamar y realizar a uno de ellos como medio para llegar
al otro. Esta industriosa fabricación de la
historia enreda parecidamente a todos los actores en sus redes” (Cuadernos negros).
Martin
Legros, autor del artículo sobre Heidegger y el judaísmo, escribe: “En el
momento en que los judíos son perseguidos por todas partes en Alemania,
Heidegger moviliza la idea del olvido del Ser al servicio de una satisfacción
de la teoría del complot judío mundial: los judíos son descritos allí como
traficantes del cálculo, capaces de manipular a todos los actores de la
historia, sin que por esto dominen el sentido último de su propia intervención
histórica. Dominados por la mentalidad calculadora que el poder de la técnica
imprime a la modernidad, los judíos mismos son el producto de una historia a la
que creen manipular. En ese mismo cuaderno, Heidegger precisa su pensamiento:
“El ascenso en poder provisional del judaísmo tiene su origen en el hecho de
que la metafísica de occidente –particularmente en su despliegue moderno–
suministra el punto de partida de la difusión de una racionalidad y de un cálculo,
carente de contenido, por lo demás que sí encontraron un abrigo en el espíritu sin estar en capacidad de
aprehender los campos disimulados donde se toman las decisiones.
Lejos
de ser una raza, los judíos aparecen así como un pueblo cuyo espíritu o su
cultura, concebido según el prejuicio antisemita, como cultura del cálculo y
del tráfico, está en convivencia estrecha con la metafísica de Occidente. Nos
son ellos los que crearon esa metafísica, pero usan y abusan de ella con
talento. Con ese dominio de la técnica y del cálculo, los judíos se propusieron
la destrucción de Alemania. Después de 1945, cuando la destrucción de los
judíos de Europa era ya un hecho histórico, Heidegger concluye, en un cuaderno
de próxima aparición, que el judaísmo mundial se había esforzado durante doce
años de destruir a Alemania, y finalmente lo logran.
Los
hechos históricos, dice Legros, son absorbidos en esta logomaquia del
pensamiento de la técnica. El nazismo no aparece nunca como una empresa de
dominación mundial y racial sobre los otros pueblos, sino como un movimiento de
resistencia abortado respecto de la técnica. Y el pueblo judío no aparece jamás
como un pueblo perseguido por cuanto encarnaba una alteridad irreductible, sino
como un pueblo calculador y dominador. Todo, gracias al concepto de la técnica.
La
metafísica en Heidegger es convertida en el albergue de las peores infamias y
arbitrariedades. La filosofía es puesta al servicio de la política más infame.
Nazismo y sovietismo son dos destructores del pensamiento filosófico. Del poder
de liberación que tenía desde Sócrates fue convertida en un poder para
avasallar, dominar y aniquilar a pueblos indefensos.
Heidegger figurará no sólo en la historia de la filosofía, sino en la del fascismo. Inferimos de síntesis (los judíos tienen un plan para destruir a Alemania) que lo que hicieron los nazis contra ellos era en defensa propia. Por otra parte, si lo que hacen los hombres en la historia no se originan en su voluntad, sino por designio del Ser, no hay culpables. El culpable es el Ser. Mi acción no me es imputable y por tanto no soy responsable de ella. Heidegger, Hitler, Himmler, no son culpables. El mayor filósofo del siglo XX elaboró una metafísica para absolver asesinos.
Heidegger figurará no sólo en la historia de la filosofía, sino en la del fascismo. Inferimos de síntesis (los judíos tienen un plan para destruir a Alemania) que lo que hicieron los nazis contra ellos era en defensa propia. Por otra parte, si lo que hacen los hombres en la historia no se originan en su voluntad, sino por designio del Ser, no hay culpables. El culpable es el Ser. Mi acción no me es imputable y por tanto no soy responsable de ella. Heidegger, Hitler, Himmler, no son culpables. El mayor filósofo del siglo XX elaboró una metafísica para absolver asesinos.
Comentarios
PS: creo que al final quiso decir "absolver asesinos" en lugar de absorber...
Saludos.