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Orlando Borrego censuró las críticas del Che al modelo económico soviético

Vinagreta es un hombre de Moscú. 

“Revolución socialista o caricatura de revolución”
Mercedes Petit | Jueves, 04/10/2007 09:34 AM | APORREA.


Ahora que están de moda todo tipo de encuestas, sería un orgullo que Guevara, que cayó en Bolivia en 1967, quedara consagrado como el “argentino más famoso”. Para muchos de los jóvenes que lo usan en sus remeras, pines y afiches, es un ejemplo de vida militante, honesta, de entrega a un ideal de cambio revolucionario y de lucha.

Ernesto Guevara es todo eso, y mucho más. En las polémicas actuales sobre la lucha por el socialismo en el nuevo siglo, hay mucho para aprender y tener en cuenta de su experiencia. Nuestra corriente, encabezada por Nahuel Moreno, criticó desde sus orígenes las concepciones guerrilleras y foquistas de Guevara. Esas críticas las hacíamos con el convencimiento de que aquellos focos guerrilleros eran una vía muerta hacia el logro de nuevos triunfos y en el marco de la defensa incondicional de la primera revolución socialista en América Latina. Le criticábamos también no plantearse la necesidad de la autodeterminación y democracia para la clase obrera y la necesidad de construir nuevos partidos revolucionarios. Pero también considerábamos que la figura de Guevara iba mucho más lejos que esas diferencias.

“Guevara: héroe y mártir de la revolución permanente”

Con ese título, hace cuarenta años Nahuel Moreno publicaba su homenaje al revolucionario asesinado en Bolivia. “Guevara, que se jugó la vida cuantas veces fue necesario, hasta perderla, por la revolución cubana y latinoamericana, no tuvo temor de enfrentar y dar respuesta a los problemas más graves planteados a la revolución. Desde la defensa de Cuba hasta la construcción del socialismo en la etapa de transición, pasando por las relaciones económicas entre los países socialistas […] para darle una salida: la revolución permanente” (La Verdad, 23/10/67).

Recordando su encuentro con el Che en la reunión de Punta del Este, Moreno no dudó en ubicarlo en el “ala más revolucionaria”, que se oponía a la dirección de la URSS, en el proceso cubano, aunque sin pasar por alto sus posiciones prochinas. (El Tigre de Pobladora, El Socialista, 2006).

Además de infatigable defensor de las expropiaciones y la centralización económica, Guevara se planteaba hacer “participar a los trabajadores en la dirección de la economía nacional planificada” (véase por ejemplo su discurso del 8/8/61).Y tuvo una particular y temprana preocupación por denunciar y combatir los privilegios que comenzaban a usufructuar los funcionarios del gobierno y el partido. Mantuvo una vida personal y familiar absolutamente austera y se ponía cada domingo al frente de brigadas de trabajo, para educar con su ejemplo. Su visión internacionalista lo llevó a entender la defensa de Cuba como parte de la extensión de la revolución socialista al resto de América Latina y a chocar cada vez más con las posiciones de la burocracia soviética. Criticó duramente los términos de intercambio económico de la URSS con los demás países del llamado “campo socialista”. En febrero de 1965 pronunció un célebre discurso en Argel. Llamó a unir las luchas contra el imperialismo hasta acabar definitivamente con él en todo el mundo, a fortalecer el internacionalismo proletario y a la pelea mundial por el socialismo. Condenó la política de coexistencia pacifica entre la conducción de la URSS y el imperialismo, exigió el apoyo incondicional, con armas gratis, a los vietnamitas, denunció el yugo de las deudas externas, y las bases militares yanquis. Esas posiciones revolucionarias iban perdiendo apoyo dentro de Cuba, y poco después se fue para no volver.

Antes de cumplirse el primer año de su asesinato, la conducción de Fidel y el PC cubano apoyaron en agosto de 1968 la masacre de la revolución checoslovaca a manos del ejército soviético. Y cuando asumió Allende en Chile apoyó calurosamente la “vía pacífica al socialismo”, que con su utopía de conciliación de clases abrió el camino al triunfo de Pinochet.

Las concepciones del “socialismo del Siglo XXI” y Guevara

Actualmente, los gobiernos de Venezuela y Cuba, y el PC cubano, proclaman un llamado “socialismo del Siglo XXI”. Defienden la economía mixta capitalista, la convivencia entre distintas formas de propiedad (incluyendo los negocios de las grandes multinacionales) y los mecanismos del mercado. Los fracasos de Chile en los setenta y de Nicaragua en los ochenta ya fueron pruebas contundentes de a dónde conduce ese neorreformismo. Se tomó un camino opuesto al de Cuba, manteniendo el capitalismo. El Che ya no estaba. Pero dejó su concepción socialista revolucionaria e internacionalista. Para Guevara eran una totalidad la necesidad de la revolución, las expropiaciones, la planificación y la participación consciente de los trabajadores en la construcción de la economía de transición, la extensión de la revolución, y la solidaridad mutua entre los países que se llamaron “el campo socialista”. Para su enfoque, no había medias tintas. Si lo que prima es el mercado, y no la planificación y la centralización, es capitalismo, no es socialismo. Por Gueeso ya en 1963 rechazaba las posiciones que defendían un funcionamiento mercantil para la economía cubana y criticaba al gobierno de la URSS que lo alentaba.

Las experiencias de las “reformas hacia el mercado” de los burócratas chinos y de los soviéticos, que dieron lugar a la restauración del capitalismo en aquellos países, y los renovados intentos de hacer “socialismo” en el capitalismo mantienen la vigencia de aquella frase por la cual dio Guevara su vida: “revolución socialista, o caricatura de revolución”.

¿Creía el Che que Trotsky “era un enemigo de la Unión Soviética”?

Siempre surge el interrogante sobre inclinaciones del Che hacia Trotsky, el viejo revolucionario ruso. Recordemos un solo ejemplo. A los 30 años de su asesinato, el “Comandante Benigno” (el cubano Daniel Alarcón Ramírez, que lo acompañó en Bolivia), declaraba que, luego de su discurso en Argel, “para la Unión Soviética el Che se convierte en un antisoviético. Algunos lo califican de trotskista o algo parecido. Esto no era de conocimiento del pueblo cubano sino de algunos dirigentes.” (La Prensa, 29/6/97)

Esa falta “de conocimiento del pueblo cubano”, y la inexistencia de debates democráticos y abiertos sobre los grandes problemas de la revolución, tanto en los sesenta como ahora, no permiten tener una respuesta documentada sobre muchas posiciones del Che, dando peso a los “recuerdos” individuales para difundir supuestas posiciones políticas.

Es el caso por ejemplo de Orlando Borrego Díaz, quien combatió bajo la conducción del Che durante la lucha contra Batista y se convirtió en estrecho colaborador y amigo. En una entrevista de hace pocos años, dice Borrego que Guevara era un ávido lector y muy estudioso, que a Trotsky “se lo leyó completo”. Y agrega, de su propia cosecha: “[…] el Che evoluciona y va entendiendo todo lo de Trotsky. El pensaba que Trotsky había ido «apagándose » hacia el final de su vida, porque llega un momento en que su odio hacia Stalin… que tiene sus razones, ¿no?… en parte lo van transformando en un enemigo de la Unión Soviética. No de Stalin, sino de la Unión Soviética. Hacia el final de su vida […] estaba como «loco»”.*

Borrego adjudica al Che, sin prueba ninguna, la calumnia vieja, mil veces alimentada por el estalinismo, contra Trotsky. Desde una supuesta “crítica” a Stalin, descalifica a Trotsky definiéndolo como “enemigo de la Unión Soviética ”. Ese fue el argumento oficial de Stalin para “justificar” su persecución a Trotsky y su asesinato en 1940. Pero si el Che “se lo leyó completo”, sabía perfectamente que los últimos textos de Trotsky en “el final de su vida” eran una polémica apasionada en defensa de la URSS, contra sectores pequeño burgueses que rompieron con la Cuarta Internacional, horrorizados por los crímenes de Stalin. La “versión Borrego” se incorpora a la infinita montaña de basura contra el viejo revolucionario. Y quedan los hechos. Guevara, en muchas de sus críticas a la burocracia y en su defensa de la revolución socialista, coincidió con posiciones de Trotsky, aún sin nombrarlo. Y cuando estaba en la selva boliviana, el Che, en su mínimo equipaje, llevaba un libro de Trotsky…

Borrego es especialista en difundir supuestas posiciones del Che, manipulando “recuerdos” y citas fuera de contexto. Para apuntalar a los funcionarios venezolanos, con Chávez a la cabeza, que impiden que se desarrolle el control obrero en las empresas estatales, Borrego Díaz les dio letra, en 2005, escribiendo que Guevara defendía una gestión vertical y autoritaria en manos de burócratas gubernamentales, sin participación de los trabajadores...** En este caso, tanto la actividad como los textos de Guevara lo desmienten claramente.



* Publicado en El Capital, historia y método, por Néstor Kohan. Universidad Popular Madres de Plaza de Mayo, 2003. Este dirigente del Partido Comunista es ex ministro y actual asesor del gobierno cubano.
** Véase “La pelea por la cogestión y el control obrero”, en La revolución venezolana, El Socialista, 2005.
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