Una mentira repetida mil veces que no llegó a ser verdad
Perrarina
El jefe del Estado en su condición de candidato a la tercera reelección
repitió en reiteradas ocasiones que en el período de la democracia
representativa los venezolanos comían perrarina. Nadie de sus allegados ni sus
subalternos se atrevió a sacarlo de su equivocación, mucho menos a corregirlo.
Obvio.
Se desconoce, por ahora, cómo se originó esa leyenda urbana que, por lo
general, repite la gente de origen rural, que es la que le tiene más
animadversión a compartir sus alimentos con los animales. No tanto por asco,
que parece ser el caso que nos ocupa, sino por escasez. Ninguno compraría una
lata de atún para alimentar el gato o cuanto menos dividirla con la mascota,
como ocurre en los centros urbanos.
Por supuesto que no es aconsejable desayunar con perrarina, ni con algún
otro alimento preparado para animales, pero a nadie le hace daño hacer arepas
con el maíz que se les echa a las gallinas. Los pobres que viven en la penuria
saben que peor que no cenar es acostarse sin esperanzas. No es sólo una frase bonita,
lo saben quienes sufren cárcel sin que se les siga proceso judicial alguno.
Sobran ejemplos.
La perrarina es un compuesto de carne y vegetales, que reúnen los
requerimientos kilocalóricos que necesitan los perros. La mezcla y la cantidad
varían según la raza, el tamaño y la salud. Algunos animales son alérgicos y
requieren dietas especiales. Se dice que el grado de civilización de un país se
mide por cómo trata a los niños, a los dementes y a los animales, pero ese es
otro asunto. Aclaremos sí que la perrarina no se fabrica con excrementos ni con
ratas molidas o con polvo de cucarachas, sino que es una simple síntesis
proteica con carbohidratos. Además no es barata ni tampoco la regalan.
Los pobres, los que pasan trabajo para adquirir los alimentos, saben que
con lo que gastan en un paquete de perrarina, que no baja de sesenta bolívares
la más pequeña, pueden comprar harina de maíz precocida, margarina, mortadela y
sardinas en lata, que siempre han sido baratas, sabrosas y nutritivas.
En Cuba, que es el ejemplo de socialismo “exitoso” más recurrido, repartían a los privilegiados una galleta proteica similar a la perrarina, pero de inferior calidad, para compensar la falta de alimentos que hubo en la isla después de la implosión de la Unión Soviética. Una solución menos dramática que la vivida en Ucrania cuando el marxista-leninista Stalin, el Koba, obligó a morir de hambre a más de 6 millones de personas y muchos se alimentaron de cadáveres y cosas peores.
Los astronautas, los soldados, los científicos que deben pasar largos periodos
en sitios aislados, reciben dosis de alimentos concentrados que tienen ese
sabor desagradable de la perrarina. Ese es el programa que sus subalternos Juan
Carlos Loyo y Aníbal Espejo propusieron aplicar en los barrios de Caracas,
reclámeles. Vendo tortillas de cere cere, sin caribeos.En Cuba, que es el ejemplo de socialismo “exitoso” más recurrido, repartían a los privilegiados una galleta proteica similar a la perrarina, pero de inferior calidad, para compensar la falta de alimentos que hubo en la isla después de la implosión de la Unión Soviética. Una solución menos dramática que la vivida en Ucrania cuando el marxista-leninista Stalin, el Koba, obligó a morir de hambre a más de 6 millones de personas y muchos se alimentaron de cadáveres y cosas peores.
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