Alegría de tísicos
A los periodistas del Diario Vea solo les faltó ponerle símbolos de admiración al titular en primera página en el que informaban que China había superado a Estados Unidos como primera potencia económica mundial. Exudaba alegría en todos sus caracteres. Recordé cuando ni soñábamos con tener un equipo de fútbol y el país se paralizaba con los triunfos de la canarinha, y Las Mercedes, como otros rincones del país, se convertía en un sambódromo. Hacíamos nuestros los triunfos de otros en la algarabía, la fiesta y la amanecida, pero no emulábamos el esfuerzo para tener un equipo, una selección, con ese empuje.
Como China fue estalinista alguna vez y erróneamente creyó que el “comunismo” era una meta y no una utopía, los antiguos militantes criollos de la equivocación siguen creyendo que el país asiático es una especie de comando de vanguardia que combate el capitalismo y que su destino histórico es torcerle el pescuezo al Tío Sam, al imperialismo yanqui, su emblemático representante. Ja jajá.
Quizás el camarada Jesús Moreno, de tan dilatada trayectoria en el señalamiento y búsqueda de intenciones burguesa en los textos ajenos, fue el que más se contentó y hasta le prendió una vela a su santo favorito, Ho Chi Minh, y lanzó un par de hurras a Kim Il-sung, ahora que no están J. R. Núñez Tenorio, su representante en suelo patrio, ni Pedro Duno, a quienes Moreno odiaba desde que dijeron que “abandonaban el partido comunista para poder seguir siendo comunistas”.
El cuerpo de redacción de Vea, ahora con la orientación “ideológica” de Ernesto Villegas todavía cree que en China se aplica aquello de “a cada quien según sus necesidades y de cada quien según sus capacidades”. Quizás no se han dado cuenta de que el chino es el capitalismo más salvaje y despiadado del mundo porque son secretos los contratos que Hugo Chávez y Rafael Ramírez firmaron en Pekín, pero a medida que baje el precio del barril se irán enterando.
En 1978, ni dejando sin un centavo los bancos de Pekín, China lograba reunir los 34.000 dólares que necesitaba para mandar a Deng Xiaoping y su comitiva a las Naciones Unidas para informar que asumían el capitalismo como el gato pardo que cazaba más ratones, y que 30 años después hizo posible hoy que el mercado de valores de China sea el más grande de Asia, aunque Vietnam también se esforzó. Vendo barril de estupidez ideológica, en estado de descomposición.
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