Ir al contenido principal

Faramallero, poco gerente y silencioso ante el crimen

Canje, permuta, trueque y estafa oscura

RAMÓN HERNÁNDEZ 

Aristóbulo Istúriz, el vicepresidente ejecutivo y uno de los pocos oficialistas que se percató de la debacle sufrida en los comicios del 6-D, ha pretendido recuperar la imagen de líder popular y circunspecto que tan buenos resultados le dio en sus tiempos de dirigente magisterial. Entonces su locuacidad estaba restringida y con gran acierto contenía su vena faramallera, siempre que no escuchara el repique de un tambor, el retumbar ancestral de los cueros. El tiquititá de la mina y la curbata.
Fue después, con los muchachos de La Causa R que vitalizaba Alfredo Maneiro, cuando asumió un estilo desenfadado y retador, frecuentemente bravucón que diluía con salidas graciosas y sonrisas a flor de labios, características muy propias de ciertos personajes de la geografía humana caraqueña. Un negro simpático y entrador. Siendo alcalde de la capital de la república demostró su poco acierto como gerente y su escasa disposición a seguir las directrices de la razón y su debilidad a ceder a suposiciones ideológicas, con lo que contradecía su pretendida formación como enseñante de una materia exigente como es la historia de Venezuela. ¿Un marxista de oído?
La desavenencia entre su actuación y su conciencia histórica no pasó inadvertida. La explicación que se dio, apenas como rumor, fue que era profesor de educación física, de gimnasia, con lo que se explicaba su “vacío” teórico. Con la misma facilidad y consecuencias con que se pierde un buen maestro y se gana el peor director, Istúriz fue designado ministro de Educación sin que hubiese asomado ni antes ni durante una sola idea referida a ese gran fracaso nacional que es, precisamente, la educación, como teoría, como praxis, como infraestructura y como realidad, aunque sí se ocupó de negociar el seguro del personal del Ministerio de Educación. Chávez lo sustituyó por el hermano Adán y la pedagogía siguió siendo una caja negra; sin alusiones personales.
Esta semana, cuando el país no salía de su conmoción por la matanza y el presunto descuartizamiento de 26 mineros y 2 hermanas cocineras, rodó en las redes sociales y en los portales oficialistas una fotografía del vicepresidente ejecutivo bailando tambor en el lobby del Teatro Teresa Carreño. Llevaba camisa manga larga, pantalón de vestir y zapatos de cuero importado, no franelita blanca, calzas de caqui y alpargatas de caucho. Cumpliendo las responsabilidades de su alto cargo, inauguraba una venta de hortalizas, verduras y huevos en “los espacios” de lo que una vez fue la instalación cultural más moderna de América Latina. El muchacho faramallero de Barlovento no resistió echar un pie al son de la curbata y de la mina. Vendo historia de Venezuela del profesor J. M. Siso Martínez, adeco hasta que se murió.

Comentarios

Entradas más populares de este blog

Pepe Mujica mató a un policía por la espalda

Contra Pepe Mujica Todos lo alaban por sus “frases profundas”, por su aspecto humilde, porque anda en un carro destartalado... bueno, no todos: uno de los mejores escritores argentinos nos cuenta acá por qué el ex presidente uruguayo no le simpatiza para nada. Marcelo Birmajer * Mi primer problema con Pepe Mujica es que no le entiendo nada cuando habla. Habla con la boca cerrada. Arrastra las palabras como si no quisiera soltarlas, como un jugador de ajedrez que se queda con la ficha en la mano porque teme dejarla en tal o cual casillero y eterniza el movimiento, enervando al contrincante. Me pasa con él como con las películas españolas en la televisión, que solo las entiendo con subtítulos. Pero a Mujica no lo subtitulan, lo aplauden, aunque estoy seguro de que quienes lo aplauden tampoco entienden lo que dice. Lo aplauden porque tiene pinta de pobre, porque tiene un perro con tres patas, porque no tiene la menor relevancia en el mundo; pero en ningún caso

Partidos políticos sordos, ciegos y usurpadores

Miguel Henrique Otero Con sólidos argumentos políticos y legales, a los que cabe sumar otros provenientes del más elemental sentido común, organizaciones no partidistas, académicas, especializadas y autónomas, expertos de indiscutible calificación, y también veteranos políticos y otros en ejercicio -muchos de los cuales han sido críticos con relación a ciertos aspectos relativos a la gestión del gobierno interino- expresaron en días recientes que la decisión de una mayoría de la Asamblea Nacional de sustituir la figura del presidente encargado, ejercida hasta ahora por Juan Guaidó Márquez, para reemplazarla por la de una especie de gobierno parlamentario es un error. Un grave error que, para peor, no tiene antecedentes en el desempeño republicano de Venezuela. Hay que considerar, como primera cuestión, tal como hace el impecable comunicado que el Bloque Constitucional de Venezuela publicó el 24 de diciembre, que la usurpación se mantiene. Que Venezuela no ha dejado de estar en una situ

Una izquierda de derecha

Lluis Bassets Así como hay una derecha suicida, también hay una izquierda ignorante. Nada sabe ni nada quiere aprender del pasado. Tampoco sabe que la guerra sucede a la política cuando la política deja de funcionar. Ni que la paz, tan deseada, no llega por un clamor convocatorio, sino porque quien vence en la guerra tiene poder y pericia para imponer un orden más justo, de forma que nadie utilice la fuerza de nuevo para resolver los contenciosos inevitables que se producen entre países y gobiernos. Ignora que la Unión Soviética fue el mayor imperio europeo, y quizás del mundo, entre 1945 y 1991.  Y que lo fue bajo la flagrante mentira de la patria socialista, defensora universal del proletariado.  O que las libertades europeas se mantuvieron y se mantienen en la mitad del continente, al igual que en 1945 se recuperaron de la invasión hitleriana, gracias a la alianza con Estados Unidos. Cree los embustes de Putin sobre la mayor catástrofe del siglo XX, que no fue la desaparición de la