Periodismo de mala fe y otros lácteos
RAMÓN HERNÁNDEZ / @RAMONHERNANDEZG
19 DE MARZO 2016
En Honduras, la patria de Manuel Zelaya, alias Mel, David Romero Ellner dirige el programaInterpretando la Noticia a través de la televisora Globo TV y Radio Globo, medios ambos de su propiedad. Acaba de ser condenado a 10 años de cárcel por haber injuriado, difamado y sometido al escarnio público a la abogada Sonia Inés Gálvez Ferrari, esposa del fiscal adjunto Rigoberto Cuéllar. Romero Ellner no es un periodista amarillista, es mucho menos: es un insultador profesional, que con malas palabras, falacias e inventos se aprovecha de la convulsa situación política que vive su país para cobrar venganzas y pasar facturas de toda ralea.
Romero Ellner es aliado de Mel Zelaya, el funcionario de Petrocaribe al que Venezuela le paga 25.000 dólares mensuales y pone un avión a su disposición, además de vehículos blindados y guardaespaldas, para que intente volver al poder en Honduras. Romero Ellner es un mal hablado y camorrero que todas las tardes la emprende contra la “corrupción y las presiones indebidas”, con lo que simula ser un “periodista” valiente y atrevido. Entre denuncia y denuncia, aparecía el nombre de la abogada Sonia Gálvez, y con el lenguaje más procaz la vinculaba a ilícitos, irregularidades y hechos delictivos de variada naturaleza y gravedad.
Gálvez Ferrari acudió a la justicia. Demandó a Romero Ellner y logró que lo condenaran por seis delitos. Sin embargo, el difamador no ha ido preso. Como una concesión, la justicia hondureña accedió a que siguiera en libertad mientras apela la sentencia. Teme que los organismos internacionales que defienden la libertad de expresión los ponga en la misma lista en que se encuentra Venezuela, que encarcela periodistas, los persigue y cierra medios.
Sonia Gálvez Ferrari es abogada y ejerció como fiscal. Uno de los casos en los que participó fue la acusación, proceso y sentencia de David Romero Ellner, por violar a su hija de 10 años. Pagó cárcel, pero por buena conducta le redujeron la pena. En los últimos años se ha dedicado a cobrar venganza contra la antigua fiscal y ha enlodado su nombre de todas las maneras posibles. Envuelto en la fachada de ser un defensor de la libertad de expresión, miente, injuria y difama. Es periodismo de mala fe, como el que oculta las masacres de inocentes mediante títulos inocuos en las primeras páginas y resalta sin pudor declaraciones que inculpan de los peores crímenes a sus adversarios políticos sin tener el menor indicio. Vendo venda comprada
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