El culto a la personalidad ANTONIO PASQUALI APASQUALI66@YAHOO.COM 16 DE AGOSTO 2015 - 12:01 AM Un mosaico de una céntrica estación del metro de Pionyang representa a Kim Il-Sung estimulando con su mirada el crecimiento de los girasoles. Uno de los rasgos relevantes del culto a la personalidad es su ridiculez; el cuerdo la capta, el intoxicado ya no, el venerado en vida, por narcisista autosugestión, termina sintiéndose enviado de Dios, por lo que estima lógico ser objeto de culto. Pero ese culto no es un intrascendente episodio en el devenir de ciertas naciones, sino la peligrosa excrecencia de irresueltos traumas sociales, un espantable salto atrás a lo irracional y a la sumisa manada falsamente “protagónica”, como le sucedió al país de Leibnitz y Goethe, de Kant y Beethoven, que parió a Hitler, el monstruo. Dondequiera que se produzca esa regresión, allí hay oscurantismo, merma de racionalidad y estragos de todo tipo. Los historiadores Carrera (1970) y Pino (2003) ab