Instigación del orden
público
Ramón
Hernández
5 DE MARZO DE 2019 12:16 AM
En los calabozos, los juzgados y
en las salas de redacción, digitalizadas o no, el idioma corre peligro, no
importa cuál sea la lengua ni quiénes sus usuarios: imputados, carceleros,
abogados, jueces o webmasters (una palabra que de tanto repetirla ha perdido
todo significado sin que se sepa aún qué quiso decir su inventor).
En Venezuela, que vive una
situación especial desde febrero de 1999, el peligro de quedar incomunicados se
acrecienta con cada segundo que pasa. Las razones no están en el intento de imponer
un neolenguaje, como “descubrieron” a deshoras algunos de los que llegaron
tarde a la lectura de 1984 de George Orwell y pretendían aparecer como
descubridores de un filón literario-ideológico, sino en el particular empleo
que hace de las palabras un conjunto humano que ha perdido el rigor, que todo
le parece lo mismo, que desecha las diferencias y menosprecia la calidad.
Dejadez.
La casualidad o la ley de
probabilidades quiso que en un mismo texto aparecieran víctimas, causantes y
desaguisado precisamente cuando más se requería la precisión en el uso de la
lengua. Nos referimos a la noticia que informa de la aplicación de una “medida
sustituta” al periodista Mario Alexander Peláez, jefe de redacción del diario
Caribazo, detenido por la GNB y entregado al Sebin cuando entraba al país
luego de cumplir en Cúcuta labores propias de su oficio.
En las páginas web dedicadas a
informar se publicó que Peláez quedó en libertad el domingo, pero no plena.
Debe presentarse cada ocho días al mismo tribunal contra el terrorismo que
lleva la causa del diputado Juan Requesens. Peláez fue imputado de “instigación
al orden público”, un delito que no aparece en ninguna ley de la República
Bolivariana de Venezuela y tampoco en el buscador Google. Queda suponer que lo
acusan de alterar el orden público, un quebrantamiento de la ley que requiere
flagrancia, cauchos quemados, perdigones, lacrimógenas y no la simple
presentación de la cédula de identidad para entrar –nunca ingresar, coleguitas–
a la patria, que era lo que ocurría cuando la GNB lo detuvo con los activistas
de Voluntad Popular Juan Bautista Mata, Nilson Torres y Víctor Cirios en el
paso fronterizo.
Peláez estuvo incomunicado en el
Sebin 72 horas y fue presentado ante un tribunal con competencia en delitos
económicos, pero como la juez declinó la causa lo llevaron al tribunal que
mantiene en prisión a un diputado de la República sin que sus compañeros de la
Asamblea Nacional le hayan levantado la inmunidad parlamentaria. Ahí el
problema no es idiomático, sino de injusticia, de trapisondas jurídicas, de
simple represión y tortura contra quienes levantan la voz contra la usurpación y
la tiranía.
En los calabozos de todas las prisiones
del mundo los reclusos tienen una jerga o jerigonza para eludir el fisgoneo de
los carceleros o de las bandas rivales. Se llama germanía, caló, calé, lunfardo
o como lo hayan designado los delincuentes de ese país o región. En los
tribunales no pasa lo mismo, hay un lenguaje jurídico que se aprende en los
libros y en las escuelas de Derecho que tiene como fin ser más justos en la
aplicación del ordenamiento legal. Los jueces, como cualquier otro hablante,
pueden inventar palabras y hasta componer canciones, lo que no pueden es
inventar delitos. Solo es delito lo que está claramente establecido como tal
por la ley, y ninguna ley venezolana ni de otro país establece que fomentar el
orden público acarrea una sanción jurídica, mucho menos una limitante de la
libertad con presentación cada ocho días a un tribunal especializado en
terrorismo.
Al final, ante tanto desaguisado,
uno queda con demasiadas dudas por cantidad de caracteres leídos: cómo se
llaman las dos jueces, cuáles fueron los tribunales que actuaron, qué ley le
habrían aplicado y, finalmente, porque el periódico Caribazo no
informó en la versión impresa ni en la página web que su jefe de redacción
había sido detenido y se encontraba en los calabozos del Sebin. ¿Miedo, censura
o no hallaron las palabras adecuadas para defender a uno de sus profesionales
más destacados? Vendo arpón para cazar gazapos.
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