EL NACIONAL - Sábado 21 de Abril de 2012 |
El Tejado Roto Traidores que traducen
El mundo editorial siempre ha sido un laberinto. Lo fue cuando el plomo era la sustancia que permitía el milagro y lo es ahora cuando todos aquellos procesos, máquinas, saberes y cuasimedievales tradiciones fueron incluidos en las caprichosas computadoras, u ordenadores como las llaman los íberos, las cuales mantienen vivos a los utilísimos "duendes del taller", que desde los tiempos de Gutenberg han sido los pagapeos de los errores que salen impresos y que siempre son lamentables. Ningún gazapo, por pequeño que sea, pasa inadvertido. Al contrario de lo que se podría suponer por los fulgurosos avances tecnológicos, los textos, impresos sobre soportes físicos como el papel, o digitalizados, para ser leídos en los muchos equipos que ahora ofrece el mercado, tienen ahora más posibilidades de contener errores, como si los duendecillos tuvieran más tiempo y libertad para cometer sus travesuras y estropicios. El aserto no es consecuencia directa de la lectura de algún remitido gubernamental, los decretos y resoluciones publicados en la Gaceta Oficial, los subtítulos de VTV o de las películas habladas en otros idiomas, en los que la "temporada de Sembrina" es un yerro de poca monta, al igual que "dieziocho" y "vigesimonobeno". Es peor. Gay Talese, maestro de la crónica y uno de los fundadores del Nuevo Periodismo, un movimiento que se caracteriza por utilizar formas de la literatura para narrar hechos periodísticos, sin caer en la ficción, participa esta semana en una feria literaria que se realiza en Bogotá, en la que hablará de Vida de un escritor, su más reciente libro traducido al español. Pobre hombre. En esa páginas Talese cuenta como toda su vida ha sido fatigosamente perfeccionista, que se toma días y hasta semanas enteras para escribir y reescribir un párrafo de unas pocas líneas; que una vez tardó 10 años en terminar 54 páginas, que escribe una idea una y otra vez hasta que se da por vencido y se considera incapaz de hacerlo mejor. Este perfeccionista debería en Bogotá tener cerca una ambulancia o el equipo médico que se había dispuesto para cuidar del Coba criollo en Cartagena. No por su delicada salud, sino por lo que podría ocurrir si algún lector le enseña la infinita cantidad de despropósitos gramaticales y ortotipográficos que aparecen en la traducción atribuida a la española Patricia Torres Londoño, pero que debió de haberla hecho algún programa informático. Si no ¿cómo entender que "real estate" sea traducido como "propiedad raíz" y no como "bienes raíces" y aparezca escrito "hacerme a una idea" en vez de "hacerme una idea"? Vendo frasquito de Tippex sin estrenar, incluye "presentechion". | ||||||
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