La otra entrevista con Eduardo Vásquez
Eduardo Vásquez fue profesor de filosofía y
es doctor en la materia. Jubilado, anda entre un montón de libros doctos
juntos, y justos, aunque arrastra algunas dificultades de movilidad acarreadas
por un accidente de tránsito. Acaba de publicar Ensayos sobre la dialéctica, un texto que reúne algo de sus
vastos estudios de Hegel, a quien le ha dedicado 45 años de investigación y
reflexión.
—El marxismo-leninismo es una de las
grandes falsificaciones que ha habido en la historia. Marx no tuvo nada que ver
con ese invento de Lenin para dominar un país atrasado y sin tradición
democrática. Los bolcheviques usaron el nombre de Marx con el fin de apoderarse
del Estado, pero nada de eso aparece en sus textos. Tampoco el Estado dominado
por un partido único o la dictadura de un partido. Para el Lenin no existe más
verdad que la suya.
—¿Lenin
no era marxista?
—Una mezcla. Tomó de Marx la abolición de
la propiedad privada de los medios de producción. En Rusia no hubo revolución,
sino un golpe de Estado. No fueron los obreros y campesinos los que se
apoderaron del Estado, sino el partido Bolchevique. El aparto que creó Lenin lo
controlaba todo. Eliminó los soviets, que eran los consejos vecinales, la
libertad de prensa y lo que pudiera limitar el poder del partido. El que se
opusiera era un revisionista al que había que exterminar. La colectivización de
la agricultura, una puñalada en el corazón de la producción agrícola de la que Rusia
nunca se recuperó, se basaba en la idea de que el trabajo colectivo es superior
al individual, y eso no es una tesis económica sino una tesis moral.
—A
Stalin lo culpan de lo malo y a Lenin de lo bueno...
—Lenin acuñó el partido que le calzó
perfectamente a Stalin. Cuando hubo un levantamiento en una base naval de
25.000 obreros que pedían una constituyente, Lenin los descalificó: “Locos,
ruidosos. Hay que eliminarlos”. El Ejército Rojo acabó con todos los
proletarios que se levantaron. Un leninista siempre está dispuesto a acabar con
la mitad de la humanidad para que no le diga a la otra mitad a dónde la quiere
llevar bajo engaño.
—¿Chávez
es marxista como pregona?
—El gobierno de Chávez no es marxista, sino
leninista-estalinista, de ahí su actitud contra la universidad democrática y
contra la libertad de cátedra. No la tolera. Siempre será su enemigo. La
universidad va a tener una lucha muy dura. Chávez no soporta la más mínima
disidencia, ni que critiquen a la Unión Soviética y que enseñen lo que fue en
realidad. Si él dice que no ha muerto, nadie puede decir que fracasó y se
derrumbó.
—Ahora
lee El capital...
—Si leyera el Manifiesto Comunista, que es
más sencillo, sabría que Marx consideraba el capitalismo como el modo de
producción más efectivo para crear riqueza, y que el socialismo debe ser obra
de la clase obrera, no impuesto desde afuera por unos militares. Para Lenin, los
obreros carecían de conciencia revolucionaria. Decía que sus luchas nunca pasarían
de las mejoras salariales. En su desviación, consideraba que el partido debía
inculcar la “verdadera doctrina” en esos infelices obreros.
—¿Un
partido de dirección colectiva?
— No. El partido domina el Estado, pero un
hombre domina el partido. Esa es la lógica de Lenin.
—Aquí
empieza ahora y no ha habido respuesta de la sociedad...
—Sí. Se debe a que falló la educación
democrática y predominó la educación técnica. Hasta el Derecho pasó a ser una
técnica. En un debate en el antiguo Congreso, el diputado Armando Sánchez Bueno
declaró que las universidades no debían formar filósofos, historiadores ni
literatos, que la prioridad era la formación de técnicos y científicos. Un
escándalo. En las universidades autónomas esa “política” no se impuso, pero se aplicó
en los colegios universitarios que dependían del Ministerio de Educación. Consideraban
las humanidades como algo completamente inútil y privilegiaron las cátedras de
contabilidad y mecanografía sobre las de historia. Obvio, un técnico sin
formación humanística no hace, ni se hace, preguntas incómodas.
—Ahora
lo importante es la ideología “marxista”...
—No confundamos adoctrinamiento con formación.
La libertad de cátedra permite que se discutan todas las tendencias y todas las
doctrinas; el adoctrinamiento, no. Es una sola vía: la verdad del partido. Chávez
no tolera la universidad democrática. Hará todo lo que sea para ahogarla y
acabar con ella. La interpretación de Chávez del marxismo es un invento militar
para imponerse.
—¿Miedo
a la democracia, miedo a la libertad?
—En democracia, la verdad no es de nadie.
Mi verdad la tengo que discutir con la del otro y llegar a un acuerdo. Chávez no
discute ni conversa. Nada de lo que le digan tiene valor para él. Para un
marxista-leninista, la estructura militar es la mejor. Ahí están los
subordinados y el jefe que ordena. El que no cumple las órdenes, al calabozo.
La estructura del cuartel es la ideal para un “marxista” como Chávez.
—Ha
encontrado respaldo.
—La esquizofrenia no les permite ver la
realidad a los intelectuales que hablan a favor de Chávez. Tienen un esquema en
la cabeza que los ciega. Un intelectual aliado al poder deja de serlo. Generalmente,
poder es atropello; pero si ese poder es dictatorial, mucho peor. Si un intelectual
se somete a un autoritario, a un poderoso, contradice su condición. El pensador
del chavismo no es menos capaz ni menos inteligente, sino que se ha castrado,
se ha despojado de su parte más noble: el espíritu crítico. Lo que aquí llegaba
de la Unión Soviética como marxismo de la Academia de Ciencias de la URSS era
leninismo aplicado a los intereses soviéticos del momento redactado por sumisos.
Era marxismo según Stalin o marxismo según Lenin, pero no marxismo según Marx.
—En
Marx también está el germen del totalitarismo...
—Marx no reconoció los derechos humanos como
aparecen en la Revolución francesa. En Sobre
la cuestión judía, interpreta los derechos del hombre y del ciudadano como
un reflejo del egoísmo de la sociedad burguesa. Consideraba que la propiedad
privada, la seguridad jurídica, la libertad de pensamiento, etc. eran conceptos
típicos de hombres que sólo se preocupaban de su bienestar. No reconoce los derechos
humanos como una protección contra el poder de cualquier Estado. Un freno a
todo despotismo. Los derechos humanos son subversivos para cualquier dictadura.
Una vez Iris Varela y Lina Ron dijeron: “¿Cómo va a tener derechos humanos
Carlos Ortega? Ése no tiene derecho a nada”. Claro, sus derechos humanos limitaban
el poder de ellas. Los camaradas, a pesar de que se burlan y se ríen de los
derechos humanos, cuando caen presos en una sociedad capitalista lo primero que
piden es que les respeten los derechos humanos. El irrespeto y el desprecio de
los comunistas por los derechos humanos tienen su origen en las ideas de Marx.
Una revolución como la rusa no pasa sin dejar lesiones profundas.
—¿Este
es un gobierno represivo?
—No sólo represivo sino también destructivo
de toda libertad humana. No tolera la libertad. Quizás sea por la pobreza
mental, por sus reducidas luces, que no admite la discusión. Su capital
intelectual es tan menudo y frágil que no tolera la menor crítica. Nosotros en
Venezuela nos dimos cuenta temprano de las bondades de la descentralización,
pero este presidente, en virtud de su idea leninista-estalinista, no la tolera.
El alcalde de Puerto Ayacucho tiene que hacer lo que le ordene. El Imperio
Romano, más lucido, respetaba las decisiones de los munícipes y no destruía los
dioses de los pueblos que dominaba. “Si son buenos para ti pueden ser buenos
para mí”.
—¿Se
ha confundido la abolición de la propiedad privada de los medios de producción
con la demolición de los medios de producción?
—Marx en El capital señala que ninguna fuerza productiva se desarrolla con
la desaparición total de otra. Cuando se parte de cero no hay progreso.
Desarrollo es mejorar lo que se tiene, no su destrucción. Chávez es como el
Libro Gordo de Petete. Sabe de agricultura, de electricidad, de deporte, de
medicina. Todo el saber humano que existe y el que vendrá está en su cabeza.
—Lo
que no significa que sea una gran luminaria, sino que el resto del país está
muy atrasado...
—La satisfacción de las necesidades de la población
no es lo prioritario para Chávez. Su único afán es el poder. La gente que él
admira –Mugabe, Castro Lukashenko– se ha mantenido en el poder sobre la miseria
de sus pueblos. Hegel decía en la Filosofía
del Derecho que sin propiedad no hay libertad. El individuo que produce y
tiene propiedad posee una defensa frente al poder. En Cuba, que no hay propiedad,
puedes vivir en un apartamento hasta que el Estado lo permita. Cuando hagas o
digas algo que al Estado no le guste, tendrás que ir a lavar excusados o a
barrer calles. La propiedad da fuerza y libertad al individuo.
—En
el nombre del marxismo se han cometido demasiados estropicios...
—Lenin admitió que en 50 años nadie entendió
a Marx porque nadie había leído la lógica de Hegel. Marx en El capital dice que coqueteó con el
lenguaje peculiar de ese gigante del pensamiento que es Hegel. Utiliza el
lenguaje hegeliano en la exposición del valor, que los economistas no entienden
porque no saben lógica y tampoco los filósofos porque no saben de economía.
—¿Y
los militares?
—No se dan cuenta de que tienen el libro al
revés, como la caricatura de Weill.
—¿Y
el hombre nuevo?
—Marx lo llamaba el hombre total. En el
comunismo real, el “hombre nuevo” es el hombre adoctrinado, que es diferente.
—¿Un
hombre libre?
—No. Un hombre adoctrinado es un mutilado.
La universidad no adoctrina, sino que enseña a pensar. Si hay libertad, es imposible que un
estudiante se someta a lo que diga un profesor. En el adoctrinamiento sólo se
tiene acceso a una línea de ideas y sin la posibilidad de discutir. Es
empobrecimiento intelectual y destrucción del pensamiento.
—¿Qué
significa radicalizar y profundizar la revolución?
—Más destrucción y más adoctrinamiento.
Este “socialismo” se regodea con la miseria de la gente, no con su bienestar.
Comentarios