Condecoraciones y traje Mao con manchas rojas
8 DE JULIO DE 2017
Es muy poco lo que se sabe
sobre la Orden General del Pueblo Soberano Ezequiel Zamora, de primera y
segunda clase. Se desconoce a nombre de quién se confiere ni por qué, mucho
menos cuándo fue creada. Es un misterio tan grande como los arreglos y pactos firmados
con Cuba en las islas de La Orchila y de Pinos, rodeados de lujos insólitos.
Tampoco qué privó para que la banda de la primera clase tenga los mismos
colores que la bandera cubana, pero sí sabemos por qué el general de brigada
Manuel Gregorio Bernal Martínez la lució el día que le tocó pedirle permiso a
Nicolás Maduro para iniciar el desfile militar con motivo de la celebración de
Día de la Independencia: por faramallero.
La orden no la instauró el
mariscal Juan Crisóstomo Falcón, su cuñado y compañero de guerra, tampoco
“Toñito” Guzmán Blanco, como le decía, sino adulantes posteriores y recientes,
que habiendo fracasado en la construcción cerca de Cúa de un esperpento
urbanístico que bautizarían Ciudad Zamora convinieron en conformarse con crear
una condecoración, más barato y fácil. Ajá, pero no debe confundirse con la
Orden Ezequiel Zamora ni con la Estrella Zamorana que impone a sus invitados y
figurones la Universidad de los Llanos.
La irregularidad de que la
banda tenga los colores del emblema patrio del país que aparece como tutor,
ductor, conductor o metrópolis de los “pensadores”, estrategas y jefes del
régimen de “paz y amor” que pretenden imponer como sea en Venezuela le jugó una
mala pasada a Bernal Martínez, y, precisamente, el día que se sentía más
patriota, más militar, más soberano, más independiente y más heredero del
Ejército Libertador.
Su fotografía en la torreta
del tanque recorrió el ciberespacio. Cada quien lo insultó de una manera
distinta y hasta expresaron asco porque un militar se colocara “la bandera
cubana” sobre la venezolana.
Pocos prestaron atención a su desarticulado
discurso ni a aquella mención a la chispa que incendiará las praderas desde el
río Guaire hasta la Patagonia “si las grandes potencias capitalistas se atreven
a atacarnos para apropiarse de las riquezas que yacen en esta tierra”.
Desconozco el protocolo de
vestimenta militar y el orden en el cual se deben ostentar los guilindajos,
medallas y demás reconocimientos a conductas, saberes y lealtades.
Confieso que
hasta las pocas insignias que distinguen las etiquetas del ponche crema de
Eliodoro González P. me resultan un zaperoco que me trastoca el entendimiento,
tanto que hasta supuse que los paramilitares que atacaban con cohetones
fabricados por Cavim la sede de la Asamblea Nacional en el día más civil de la
historia venezolana hacían méritos para ser condecorados en la próxima fiesta
patria. Cedo traje tipo Mao, sin hoz ni martillo, con manchas de sangre y de
café con leche.
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