Estado
en huelga
Ramón Hernández
@ramonhernandezg
En las ventanas de sus unidades los transportistas además de escribir la despedida de algún amigo o compañero de ruta repiten “Hora 0”, una advertencia que el común de los humanos poco identifican con huelga, paro o cese de actividades y que para los comunicadores familiarizados con los conflictos laborales asumen como si fuera la manera sensata de informar sobre esos bretes con los que presionan al gobierno para que acceda al aumento del pasaje, les pague la bonificación del pasaje estudiantil o termine de entregarles los cauchos, baterías y demás repuestos importados con dólares preferenciales.
Hora cero y huelga han terminado siendo
sinónimos a pesar de la indiferencia de los lingüistas, total una u otra
denominación causan contrariedades y martirizan a pasajeros y público en general.
Huelga implica dejar de trabajar, dejar de hacer, con el fin de presionar para
que autoridades o responsables cedan o resuelvan los problemas que les atañen.
Los venezolanos que siempre creyeron que
todos los problemas serían resueltos “con la justa distribución de la riqueza”
ahora se dan cuenta de que con la frasecita los han timado y que desde 2004,
cuando invirtieron los resultados del referéndum revocatorio, el Estado se
declaró en huelga y no habido manera de obligarlo a lo que el presidente Rafael
Caldera llamó reanudación de faenas.
No importa lo que ofrezca el gobierno, sea el
máximo de felicidad o algún punto de esa infinita lista de incumplibles en que
ha devenido la constitución de 1999, el Estado se niega a hacerlos realidad. Un
Estado en rebeldía que no cumple ninguna de sus funciones ni se siente con
ánimo de exigir a sus funcionarios que dediquen algo del tiempo que les deja
libre la politiquería y los negociados a ponerse al día en sus obligaciones, no
hace feliz a nadie.
Todas las instituciones del Estado se
declararon en “Hora 0”. No hay comida, ni medicinas ni dinero. En contra de
toda racionalidad revocaron el valor del billete de más alta denominación sin tomar
previsión alguna y han hecho el ridículo con las explicaciones más absurdas y
las acusaciones más infantiles. El Estado se niega a cumplir sus funciones
básicas, principalmente esa que tiene que ver con la seguridad de la población
y la otra la que corresponde al propio Estado en cuyo nombre se cometen
despropósito tras despropósito, y viajan a Cuba a pedir consejos que huelen a
entrega y traiciones. Peligra la república, pero el conserje está en huelga de
brazos caídos. Vendo obras completas y todas las técnicas de Curzio Malaparte, es español.
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