Ir al contenido principal

En Ramo Verde, a unos presos políticos les lanzaron bolsas de mierda y orines


El ultraje de Ramo Verde

9 DE NOVIEMBRE 2014 El Nacional

¿Qué se necesita para que todos vomitemos en conjunto, sin excepción, por necesidad imperiosa y sin que nadie se libre de la náusea? Si no lo hicimos después de enterarnos de las recientes noticias de Ramo Verde, ¿nos podremos regenerar como república, o simplemente como personas que aspiran a una cohabitación digna del género humano que vive en el siglo XXI? Los  sucesos ocurridos en la mencionada cárcel no solo incumben a los canallas que los llevaron a cabo, sino también a quienes los conocimos sin escándalo, como si  fuese asunto privado de un trío de prisioneros en cuyos cuerpos se derrama  un baño de mierda y orines que apenas se convierte durante un rato en asunto público.
Nereo Pacheco fue un famoso torturador del gomecismo. Basta la lectura del oceánico libro de José Rafael Pocaterra para el descubrimiento de un teatro de horror que caracterizó a la sociedad venezolana durante casi tres décadas. El escritor padeció los tormentos de La Rotunda y los describió en una obra mayor de nuestra literatura, Memorias de un venezolano de la decadencia: la suciedad de los calabozos, los grillos que apenas permitían el movimiento de los cautivos, el sacrificio del tortol, el colgamiento de prisioneros por los testículos, el aislamiento de los “encortinados” que no veían la luz del sol, la muerte lenta por envenenamiento y hambre, la ausencia de auxilios médicos, desfilan ante nuestros ojos con el director de la tenebrosa orquesta en la vanguardia. A la calaña de Nereo Pacheco pertenecen los esbirros de Ramo Verde, y sus superiores que ordenan o contemplan el vejamen a prudente distancia.
Pero en materia de vejámenes no hay distancia prudente. Son su obra por solo permitirlos, o por no encerrar en ergástula severa a los monstruos que los cometen. Si las autoridades no han ofrecido un balbuceo de desagravio a los familiares de las víctimas, ni la más ligera explicación a la sociedad sobre unas ofensas que claman al cielo, ¿podemos esperar de su conducta algo digno, algo edificante, algo esperanzador? Aquí y en otros lugares me he cansado de decir que la historia no se repite, pero si comparo a los verdugos del gomecismo con los del madurismo espero no caer en una extralimitación digna de mayor reproche. Si los del gomecismo actuaron de una manera tan abominable porque les dio la gana y porque nadie lo evitó, por la defensa de la causa del orden y porque ningún factor de la sociedad los metió en cintura ¿qué nos hace pensar que los de ahora actuarán distinto sin que nadie los conmine, que cambiarán el látigo por los tratos amables? Por desdicha, la posibilidad de una semejanza entre períodos históricos también se trajina en el párrafo siguiente y sugiere respuestas a lo último que se viene preguntando.
Durante la tiranía de Gómez toda Venezuela sabía lo que pasaba en las cárceles, pero cerró la boca. Apenas un puñado de valientes se atrevió a denunciar la espantosa situación, mientras la mayoría de la población pasaba en silencio frente al Castillo de Puerto Cabello, o por los alrededores de Las Tres Torres, sin compadecerse de los prisioneros vejados y asesinados, o dejando la repulsa para una ocasión que solo llegó con la muerte del tirano, es decir, cuando ya no servía para nada. No hay testimonios de protestas ocurridas entonces contra las aterradoras prisiones, ni pruebas de que la prensa se compadeciera de los ciudadanos martirizados. Cualquier reacción podía pagarse con la pérdida de la libertad y aun de la vida, no hay dudas al respecto, pero lo cierto radica en el hecho de que nuestros antepasados mostraron su indiferencia ante el destino de los ultrajados de la época. ¿No reiteramos en la actualidad una conducta parecida?
En Ramo Verde, a unos presos políticos les echaron unas bolsas de mierda que nadaba en orines. Ese es el tema. Los jefes de la cárcel no han recibido el castigo correspondiente al ultraje, o quizá fueran aplaudidos. Ese es el tema. El gobierno no se ha tomado la molestia de hablar sobre el asunto. Ese es el tema. El suceso lleva al recuerdo de Nereo Pacheco, sin que se caiga en un disparate. Ese es el tema. Los venezolanos nos enteramos del desmán, lo miramos un poco, maldecimos un poco y seguimos en nuestros asuntos como si cual cosa. Ese es el gran tema.

Comentarios

Pues supongo que hay una serie de explicaciones o, al menos, intentos de ellas. Gran apatía e indiferencia que tienen su origen en una sociedad altamente individualista (que deviene en egoísta, claro), en la que hace rato la filosofía medular es que "cada quien se resuelva como le parezca", tipo supervivencia del lejano oeste norteamericano. Otra cosa podría ser que la sociedad moderna es indiferente por la soledad (individualidad o subjetivismo nuevamente) en la que está sumergida buena parte de sus habitantes. Prueba de ello es el fenómeno, ya exasperantemente enfermizo, que podemos evidenciar con la escena de personas que están "juntas", cada una inmersa en su respectivo "chat" por el "smartphone". Ahora los smart son los phones, no los humanos. Una soledad enmascarada con el mito de la "conexión" de todos con todos, pero que resulta en una prisión de una persona por celda. Otra cosa es el asombro, que nos lo han conculcado. Nuestra capacidad de asombro es asombrosamente nula. Se pueden añadir más "explicaciones" para intentar entender el exabrupto que el Dr. Elías Pino claramente denuncia. No hay lugar para el estupor ante semejante incapacidad de asombro.

Entradas más populares de este blog

Pepe Mujica mató a un policía por la espalda

Contra Pepe Mujica Todos lo alaban por sus “frases profundas”, por su aspecto humilde, porque anda en un carro destartalado... bueno, no todos: uno de los mejores escritores argentinos nos cuenta acá por qué el ex presidente uruguayo no le simpatiza para nada. Marcelo Birmajer * Mi primer problema con Pepe Mujica es que no le entiendo nada cuando habla. Habla con la boca cerrada. Arrastra las palabras como si no quisiera soltarlas, como un jugador de ajedrez que se queda con la ficha en la mano porque teme dejarla en tal o cual casillero y eterniza el movimiento, enervando al contrincante. Me pasa con él como con las películas españolas en la televisión, que solo las entiendo con subtítulos. Pero a Mujica no lo subtitulan, lo aplauden, aunque estoy seguro de que quienes lo aplauden tampoco entienden lo que dice. Lo aplauden porque tiene pinta de pobre, porque tiene un perro con tres patas, porque no tiene la menor relevancia en el mundo; pero en ningún caso

Partidos políticos sordos, ciegos y usurpadores

Miguel Henrique Otero Con sólidos argumentos políticos y legales, a los que cabe sumar otros provenientes del más elemental sentido común, organizaciones no partidistas, académicas, especializadas y autónomas, expertos de indiscutible calificación, y también veteranos políticos y otros en ejercicio -muchos de los cuales han sido críticos con relación a ciertos aspectos relativos a la gestión del gobierno interino- expresaron en días recientes que la decisión de una mayoría de la Asamblea Nacional de sustituir la figura del presidente encargado, ejercida hasta ahora por Juan Guaidó Márquez, para reemplazarla por la de una especie de gobierno parlamentario es un error. Un grave error que, para peor, no tiene antecedentes en el desempeño republicano de Venezuela. Hay que considerar, como primera cuestión, tal como hace el impecable comunicado que el Bloque Constitucional de Venezuela publicó el 24 de diciembre, que la usurpación se mantiene. Que Venezuela no ha dejado de estar en una situ

Una izquierda de derecha

Lluis Bassets Así como hay una derecha suicida, también hay una izquierda ignorante. Nada sabe ni nada quiere aprender del pasado. Tampoco sabe que la guerra sucede a la política cuando la política deja de funcionar. Ni que la paz, tan deseada, no llega por un clamor convocatorio, sino porque quien vence en la guerra tiene poder y pericia para imponer un orden más justo, de forma que nadie utilice la fuerza de nuevo para resolver los contenciosos inevitables que se producen entre países y gobiernos. Ignora que la Unión Soviética fue el mayor imperio europeo, y quizás del mundo, entre 1945 y 1991.  Y que lo fue bajo la flagrante mentira de la patria socialista, defensora universal del proletariado.  O que las libertades europeas se mantuvieron y se mantienen en la mitad del continente, al igual que en 1945 se recuperaron de la invasión hitleriana, gracias a la alianza con Estados Unidos. Cree los embustes de Putin sobre la mayor catástrofe del siglo XX, que no fue la desaparición de la