El Tejado Roto
Rezar mintiendo
Ramón Hernández
@ramonhernandezg
El octavo mandamiento de la religión católica ha sufrido
variaciones formales, especialmente de redacción, desde que Moisés recibió las
tablas de la ley en el Monte Sinaí, pero su mandato no ha cambiado: “No
mentirás, cumplirás tus promesas y no levantarás falsos testimonios”. A los
incrédulos, faltos de fe, oportunistas, demagogos, embaucadores y demás
aprovechadores que utilizan las creencias de los más desprevenidos para
multiplicar sus ganancias políticas y sus bienes, poco les importa vestirse de
Nazareno y clavarse una cadena de rosarios, con sus estaciones dolorosas y
gozosas si concluido el rezo llenan su bolsa y colman sus ansias de poder.
Si alguien se parece al trueno al cual se refería el poeta Antonio
Machado en sus versos es ese personaje llamado Darío Vivas, quien “como hombre
al uso que desconoce su doctrina” se ha revelado como un trashumante maestro de
ceremonias de toda ralea. Podría suponerse que anima banquetes, descuelga
papagayos de la líneas de alumbrado eléctrico, atiende el bembé, limpia las
palmatorias, aplica sahumerios, conduce abluciones, repite en coro “te
alabamos, Señor”, lleva al cura a su casa, guarda los caracoles y bota las
plumas, colabora con las obras pías de las Hijas de María, se arrodilla en
bulliciosas jaculatorias en el santuario de Betania y conduce las cadenas de
oración que 12 x 12 realizan los “batallones de batalla” del PSUV.
Ajeno a
misterios teológicos, desconozco cuán eficientes puedan ser sus diligencias
ante Dios o su intermediarios, pero se le nota más delgado y también más
preocupado, aunque mucho más gordo y calvo que cuando era concejal del
Ayuntamiento de Caracas; también peor encarado.
El misticismo, la vida monacal, el retraimiento propio de
quienes están más atentos de lo que ocurre en los predios de Dios que en la
dura cotidianidad que compartimos el resto de los mortales, por más que se
empeñe, no cuadran con Vivas. Su aspecto y su conducta son las de un camorrero o
de un mala conducta, pero no de un discípulo de San Francisco de Asís o de un
aprendiz de santero yoruba. Si el ex concejal siguiese la línea de pensamiento
que lo distinguió cuando postulaba el socialismo democrático, hoy no estaría
conduciendo rosarios ni prendiéndoles velas a las almas del Purgatorio con
fingido recogimiento, sino organizando protestas bien arrechas contra la
entrega del territorio Esequibo por una camarilla fascio-militarista. Lo
perdimos, se le torció el fuste. Vendo catecismo, vela de primera comunión y
rosario con las cuentas nuevas, aunque pegostosas.
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