Barbarie en la granja

EL NACIONAL - Sábado 02 de Abril de 2011 Opinión/6

El Tejado Roto

RAMÓN HERNÁNDEZ
@ramonhernandezg

Severino tiene 72 años de edad y es economista. El 28 de marzo envió una solicitud de auxilio porque el producto de 45 años de trabajo era asediado por la barbarie: una granja de 6 hectáreas en la carretera Barquisimeto-Río Claro, sector Bello Monte, denominada La Pereña y que desde hace 2 décadas se dedica a la cría y mejoramiento genético de cabras. Hace un año se propuso adelantar un proyecto de posada agroturística, para lo cual construyó una moderna quesera con cava de maduración y tramitó un crédito para acondicionar cabañas para que familias turistas se hospeden y puedan observar y aprender los procesos de cría, alimentación, ordeño y producción de quesos madurados.

El sueño está por desaparecer. El sábado 22 de enero, en la noche, la unidad agropecuaria donde Severino trabaja y tiene su única y permanente morada, fue tomada por directivos y miembros del consejo comunal Las Antenas, que derrumbaron el portón de acceso a la granja, rompieron el candado de la casa del capataz y la saquearon. El galpón en el cual se almacenaban las pacas de heno para la alimentación de los animales fue cubierto con banderas rojas y pancartas. Desde entonces, grupos de hombres y mujeres adultos, adolescentes y niños menores de edad se reúnen todas las tardes en los predios de Severino a gritar eslóganes políticos y amenazas, a poner música a todo volumen, a cantar himnos revolucionarios y a ingerir bebidas alcohólicas en abundancia.

Ya no se produce leche ni queso, pero menudean las parrillas los fines de semana.

Es una orgía de confusión y trastorno. Los adultos miden las parcelas que se van a repartir y a vender, y se pelean rabiosamente entre ellos el botín, mientras los muchachos les tiran piedras a los animales. Entre los líderes se destaca Naileth Díaz Sánchez, que se desgañita con virulentas arengas conminatorias y no da paso sin dos guardaespaldas y una cizalla en la mano. El segundo jefe es Jorge Silva, que se ha autoerigido en el asignador de lotes de terreno, animales e inmuebles en nombre de la revolución. El otro es José Rafael Márquez García, vago de oficio, al que la Gobernación le otorgó un crédito para la cría de pollos y se comió la plata, y que se la pasa con un machete amenazando. A la casa de Severino le han cortado la electricidad y el agua. Le envió una carta súplica al gobernador y a la alcaldesa, no tanto porque crea que lo ayudarán a rescatar su propiedad, sino porque el mejor freno a la barbarie es difundir el retrato de sus promotores. Vendo antología incompleta del abuso y ejemplar de Rebelión en la granja.

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