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La incomparable, divertida y asombrosa vida de Paco Vera

Cultura
LITERATURA La incomparable, divertida y asombrosa vida de Paco Vera
La historia del país en entrevista con su testigo presencial
El periodista Ramón Hernández admira las anécdotas del personaje de "aquella Venezuela amable"

MICHELLE ROCHE RODRÍGUEZ
mroche@el-nacional.com


Venezuela convertida en comprimidos digeribles y la crónica de la vida de quien siempre hizo lo que le dio la gana hacen irresistible La incomparable, divertida y asombrosa vida de Paco Vera (Libros Marcados, 2010), una entrevista que le hace Ramón Hernández a Francisco Vera Izquierdo.

"Es un personaje de aquella Venezuela amable que se nos fue; pero aunque el país desapareció, quedó él", dice el periodista, que se declara maravillado por la facilidad que tiene ese hombre de 92 años de edad para recordar pedazos de la historia que se remontan a la época de la dictadura del general Juan Vicente Gómez.

"Gómez aplicó a la alta política sus rudimentarios conceptos de pulpería cucuteña y así, en un país sin hospitales, sin cloacas ni acueductos dejó guardados en el Banco Central de Venezuela más de 100 millones en oro", cuenta el personaje.

Una existencia de antología.

Así como hay hechos de la vida real que superan la novela más extraordinaria, hay hombres cuyas vidas son más interesantes que las anécdotas de personajes de ficción, esto ocurre con Paco Vera.

Entre muchas otras anécdotas, cuenta que vivió en Nueva York, donde trabajó en el Departamento Hispánico de la Universidad de Columbia como profesor de las cátedras de Literatura Hispanoamericana y Latín Medieval, recorrió toda Venezuela como inspector de carreteras del Ministerio de Obras Públicas, fue asiduo del Gran Café de Sabana Grande en la época de la República del Este y hoy se distingue por ser un profundo conocedor de la música popular venezolana, además de un gran cantante e intérprete del cuatro.

Para más aventuras y como si su vida fuera una película, se casó en medio de una borrachera: "Estábamos bebiendo en casa de Miguel Otero Silva y salimos Marcelino Madriz, su esposa Mercedes y Beatriz Baumeister, que eran primas hermanas. Nos habíamos tomado varios tragos cuando entonces Mercedes me dice: `Por qué no te casas con mi prima Beatriz?’ (...) Le pregunté, sin argumento previo: `Beatriz, ¿quieres casarte conmigo?’. Me contestó: `Más rápido que inmediatamente’. Nos casamos a la 1:00 de la mañana. Cuando salíamos de luna de miel a Maracaibo, le dije: `¿Sabes una cosa? Yo a ti no te quiero’. Me respondió de igual manera".

En el año 2014 cumplirá la mitad de su longeva vida casado con esa misma mujer; dice que el secreto de su éxito marital es que su esposa resultó ser "tan patacaliente" como él.

Testigo presencial. Como si la vida del entrevistado no fuera lo suficientemente interesante, representa un atractivo adicional del libro la manera desembarazada y sincera que tiene Vera de hablar sobre el pasado y los personajes que lo habitaron: "El perezjimenismo ni siquiera fue anticomunista.

Muchos comunistas formaron parte importante del equipo nacional. No había doctrina.

Resultaba indignante la mezcla de servilismo y mediocridad intelectual del régimen".

Pero su visión de la historia y su perspectiva del presente no se detiene en la década de los años cincuenta: "Si nuestros comunistas leyeran historia, se entusiasmarían con el régimen que los A s t u r i a h a bían impuesto en América, que resultaba un socialismo de Estado.

No había propiedad agraria, en el sentido actual, sino la Encomienda", dice con la seriedad de la ironía.

Hernández, que admira al personaje desde que era pequeño y lo veía en un programa cultural de la Televisora Nacional ¬cuando la imagen del canal 5 era en blanco y negro¬, destaca el empeño de Vera en asumirse como un personaje secundario en las anécdotas que cuenta, como mero testigo presencial de los hechos que marcaron la historia del país. Y fue su falta de ansia de protagonismo lo que permite que viva su vida como mejor le parezca.

"Las nuevas generaciones deben aprender de Paco Vera que uno puede hacer todo lo que se propone, porque uno mismo es el único que puede ponerse sus límites, sin tenerle miedo a los obstáculos", concluye el coordinador editorial de Primera Hora.

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