Aldemaro Romero:
La revolución pasó de moda
- Las revoluciones con fusilamientos, ahorcamientos y guillotina, hechas por individuos resentidos socialmente, que se vengaban de las clases dominantes, ya no existen más. Ahora los pueblos no revolucionan sino que se incorporan a la senda del progreso y el desarrollo
- Por las malas administraciones y los malos gobiernos que hemos padecidos, tenemos una sociedad de pobres y de ignorantes, y que no se ofenda nadie.
- La gente cree que la cultura debe ser gratis; que la música es como el aire, una bendición natural. Es imposible que los museos cobren entrada, aunque cuesta dinero mantenerlos y dotarlos.
Ramón Hernández
I Overture
Aldemaro Romero se fuma uno o dos cigarros al día, siempre después del café, y los saborea con deleite. Cordial y malhablado, saluda afablemente y, desde la cumbre de su experiencia, va hilando la conversación con la destreza de un compositor, con sus bajos y sus altos, sus ripios y sus asombros, a capella y también con incursiones dodecafónicas. Domador de ruidos y conductor de sonidos, combina ritmos con sartenazos, y goza.
—Yo soy totalmente autodidacta. Aprendí la música, incluyendo el contrapunto, por mi cuenta. Me botaron del Conservatorio de Música porque me encontraron tocando un bolero en el piano.
Retirado del quehacer público, pero activo en la música y en la ejecución de un proyecto que busca darle fondos a la actividad cultural y social, golpea el escritorio con su puño y sus denuestos para protestar cualquier pequeño, pero humano, error, quizás un simple descuido. Perfeccionista.
—En la mañana trabajo en los negocios y en la tarde compongo. He elaborado un proyecto, para proponérselo a los países del Tercer Mundo: aprovechar los terrenos ociosos a cambio de infraestructura básica, como hospitales, escuelas, teatros, galerías de pintura, etc. Todo lo que no tienen los países pobres, aunque poseen terrenos.
—¿Y el dinero?
—Financiamiento de la banca internacional es lo que sobra. Si los bancos no prestan dinero quiebran. En Guanare, estamos trabajando en un hotel 4 estrellas, de 200 habitaciones, para los peregrinos que van al santuario de la Coromoto. Tendrá un teatro de 1.200 butacas, que no lo posee ni la sinfónica de los llanos. Es lo que recibirá el estado Portuguesa por el aporte del terreno. En Mérida, adelantamos el papeleo de un hotel 5 estrellas de 400 habitaciones, en 4 hectáreas de terreno. Estamos empezando a funcionar, pero ya recibimos reconocimientos de Brasil, donde ya aceptaron el plan, y también de México. En la tarde compongo música, intensamente.
—¿Onda nueva?
—No, académica. Ya llené el ciclo de música popular. Tengo ocho composiciones inéditas. Entre ellas, un concierto para saxofón, que le escribí a Paquito D'Rivera, y otro para trompeta a Arturo Sandoval. Acabo de componer, por encargo de Mavesa, un concierto para arpa y orquesta para Marisela González. Terminé también un concierto para bandoneón y orquesta, en homenaje a Astor Piazzola, y un gloria para soprano, coros mixtos y orquesta sinfónica. Ninguno se ha estrenado.
—Una etapa muy productiva...
—Sí. Me discipliné. Trabajo en la mañana en los proyectos de infraestructura y en la tarde y en la noche escribo. Compongo hasta la madrugada, los sábados y los domingos.
—¿Abandonó las experiencias orquestales?
—No. Jaime Lusinchi acabó con la Orquesta Filarmónica de Caracas, que era la mejor orquesta que había en Venezuela. No quiero pedirle más al Estado. Justamente este plan es para que las instituciones que necesitan dinero no tengan que solicitárselo al gobierno, sino que se asocian con la obra comercial, con la zona rental, y viven de esa sociedad. Con los terrenos ociosos que tiene el Centro Simón Bolívar, por ejemplo, se podrían financiar orquestas, hospitales, escuelas, museos y campos deportivos. El principal terrateniente de Venezuela es el Estado, a través del IAN, la CVG, los municipios y gobernaciones. En muchos casos, no se sabe dónde están los terrenos ni cuántos son. En el bulevar Amador Bendayán, la municipalidad de Caracas tiene varios terrenos. Una mina de oro, pero nadie encuentra los papeles.
II Recitativo solitario
Pide café. Trabaja frente a una computadora con altavoces, cuya fidelidad y tamaño le asombra. Atrás están los libros, los diccionarios y al lado del escritorio un cartapacio de partituras.
—¿Cómo ve el país en este momento?
—Muy convulsionado.
—¿Muchas revoluciones?
—No creo en revoluciones, sino en el desarrollo y el progreso. La revolución es un concepto pasado de moda. Ya no existen más las revoluciones como se concebían antiguamente: con fusilamientos, ahorcamientos y guillotina, hechas por individuos resentidos socialmente que se vengaban de las clases dominantes. Ahora los pueblos no revolucionan, sino que se incorporan a la senda del progreso y el desarrollo, la verdadera revolución.
—No siempre la historia va hacia delante, a veces retrocede...
—Por la ignorancia de los pueblos y de los líderes. Por las malas administraciones y los malos gobiernos que hemos padecidos tenemos una sociedad de pobres y de ignorantes, y que nadie se ofenda. El primero que lo dice es el gobierno, cuando registra la existencia de más de 80% de pobreza. Si no fuera así, no tendríamos un gobierno como el que tenemos.
—¿Pobre e ignorante?
—Claro. Solo por ignorancia, una persona puede decir que un tirador de paradas como Chávez está mejor capacitado para gobernar que salas Römer, por ejemplo, que es un gerente, un tipo probado en siete plazas, con méritos regionales incontrastables.
—¿La dictadura de la ignorancia?
—No, la dictadura de los incautos, aquellos que tienen buena voluntad pero se dejan llevar por un lenguaje engañoso. Ese discurso populista de Chávez lo han repetido muchos gobernantes a través de la historia.
—No es el mismo pueblo, nunca es mismo el río...
—Pueblos menos incautos que el venezolano cayeron en esa falacia del populismo, como la Alemania de Hitler, la Argentina de Perón, la Italia de Mussolini.
—¿Por qué no se ha logrado desechar el populismo?
—Por falta de preparación intelectual.
—Alemania era culta y cayó en el nazismo...
—Supuestamente culta...
—Pero...
—Los llaneros que libertaron a Venezuela con el general Páez eran los mismos que acompañaron a José Tomás Boves. Cambiaron de líder. Los que ahora están con el MVR son los adecos de 1945. Es un problema de educación. Hay países que tienen monarquías como sistema de gobierno y funcionan bien. En España, acaba de imponerse la tesis monetarista sobre la tesis populista. Aznar, que no es santo de mi devoción, propuso un saneamiento de la economía y la gente se fue detrás de eso, quiere bienestar económico. Pero, ¿con qué recursos va el presidente Chávez a cumplirle al pueblo que ha engañado?
—¿Repartiendo las riquezas petroleras y el dinero que se llevaban los corruptos?
—Yo soy compositor. Soy el propietario de mis composiciones musicales, pero si las meto en un baúl y no las comparto con nadie, me jodo. Lo mismo pasa con el petróleo. Venezuela no tiene capacidad técnica ni económica para mercadearlo. Tiene que compartirlo con otros, y allí viene el imperialismo yanqui y todas esas bobadas que hablan los comunistas. Si no hubiera sido por Estados Unidos, ya habríamos muerto de hambre. Nadie nos hubiera comprado el petróleo.
III Marcha con coro sin aleluya
Viste unos pantalones tejanos desteñidos y una camisa que va por el mismo camino. Es muy distinto al pianista en black tie que sentado al piano, los domingos a las 9:00 de la noche, intercambiaba anécdotas y chistes con Renny Ottolina. Ya no tiene el pelo tan negro. Ni nanto.
—El movimiento musical venezolano es incomparable con cualquier país de América Latina.
—¿Por qué no vivimos de la música?
—Nuestra cultura no lo permite. La gente cree que la cultura debe ser gratis; que la música es como el aire, una bendición natural. Es imposible que los museos cobren entrada, aunque cuesta dinero mantenerlos y dotarlos. La esposa de Paul MacCartney era compositora y acaba de morir. Dejó una obra valorada en 200 millones de dólares. Eso aquí no es concebible.
—¿En cuánto está valorada la obra de Aldemaro Romero?
—En nada. Sacven, la organización que administra los derechos de autor de los artistas en Venezuela, me paga 800 bolívares, en el mejor de los años. No somos una cultura que permita vivir de la música.
—¿En Venezuela todavía los artistas trabajan por amor al arte?
—Claro que sí.
—¿Es un gran fracaso de los últimos 40 años o de toda la vida venezolana?
—Todos nuestros males provienen de la falta de educación y de la pobreza. Dos males endémicos que no han sido curados por ningún gobierno.
—Ese círculo vicioso se puede romper...
—Sí, con el correr del tiempo, y con mucha educación.
—El venezolano es muy precipitado, y del apuro no queda sino el cansancio...
—A nosotros nos gusta pensar en el modelo francés, en la revolución francesa, con guillotinamientos, persecuciones políticas, y atropellos de todo tipo. La llamada revolución francesa ocurrió años después de la norteamericana; sin embargo, no seguimos su ejemplo, sino que odiamos al imperialismo yanqui. El primero que lo odia es el canciller, una persona que no tiene la menor idea de lo que es diplomacia. Con los clientes no se pelea. El gobierno rechazó la ayuda humanitaria de Estados Unidos, ¿por qué no rechazó la de Cuba?
IV Aria y cabalgata, con allegro brevis
De la sonrisa puede pasar al grito de rabia, con inclinaciones a la queja, al regaño, a la crítica severa y a la insatisfacción. Pero sin implosiones. La suya, es una oficina pequeña y sin excentricidades. Elemental en lo suficiente.
—¿Cómo está la música venezolana?
—En su mejor momento. En 1941, cuando me vine a Caracas, había una sola orquesta en Venezuela: la Orquesta Sinfónica Venezuela, que dirigía el maestro Juan Vicente Sojo. En cambio hoy, hay una orquesta sinfónica en cada cabecera de estado. En Caracas hay cuatro, sin contar la orquesta bolivariana que salió por ahí.
—¿La de Morales Bance?
—Cállate lengua. Cuando me vine de Valencia, sólo existía el orfeón Lamas, fundado por Vicente Emilio Sojo. Hoy cada banco tiene una organización coral. Es imposible saber la infinidad de coros que hay; de conjuntos criollos de arpa, cuatro y maracas; de rock, y de músicos de jazz, que estamos exportando para Estados Unidos. Si uno le dijera eso al maestro Sojo, le daría un infarto. El maestro Sojo no quería que hubiera más orquesta en Caracas que la suya. Y los músicos de esa sinfónica se creían la élite, era casi imposible entrar en ese círculo. Hoy, eso está democratizado, y no se puede negar que en buena parte se le debe a José Antonio Abreu. Actualmente, diez músicos venezolanos de primer orden tocan con las grandes estrellas en Estados Unidos. Es el caso de Joel Vásquez, primera viola de la orquesta de Pittsburgh, una de los mejores del mundo. Sin embargo, el ministro de Educación dice que si la gente no va a los conciertos le quitará el subsidio a las orquestas.
—¡Hay orquestas, pero no público!
—Es falta de educación. ¿Cuántos programas musicales y culturales hay en la televisión? Ninguno. Acaso Vale TV, que de vez en cuando pone un conciertico grabado en el exterior. Así no se educa a un pueblo.
—Si 80% de la población está pasando hambre, ¿cómo el Estado se va a ocupar de la música?
—Una cosa no tiene que ver con la otra. No se le debe quitar a la orquesta para darle al hospital ni al comedor escolar. Ambas deben convivir. Un hospital es tan importante como una orquesta. Son cosas complementarias de una misma sociedad. Uno no puede decir que cuando hay tantos niños muriéndose de hambre no se pueden escuchar conciertos. No. No hay razón para que haya niños muriéndose de hambre. ¿Sabe que Pdvsa tiene 65.000 empleados, pero puede funcionar con 20.000? La empresa Aramco, Arabian-American Oil Company, de Arabia Saudita, también tiene 65.000 trabajadores. La diferencia es que produce 140 barriles diarios de petróleo por cada empleado. Aquí, apenas 40; y hay las famosas corrupciones y el negocio con la gasolina con plomo.
—¿Qué negocio es ése?
—Venezuela es el único país del hemisferio occidental que usa gasolina con plomo. ¿Por qué? Porque hay dos contratos para comprar tetraetilo de plomo a una compañía inglesa y a otra canadiense, quién sabe por cuánto tiempo. Al que se le ocurrió denunciarlo, el hijo mío, lo echaron de país por traidor a la patria. Le montaron el cuento aquel de los delfines. Los periodistas, capitaneados por Eleazar Díaz Rangel, le cayeron encima.
—¿Eso fue un montaje?
—Sí. Actualmente es el director del programa de conservación de la Universidad de Saint Paul, Minnesota, y profesor emeritus de la materia. Es PhD magna cum laude. Mi hijo no pedía dinero para los delfines. Su trabajo era la conservación del entorno ecológico venezolano y nunca recibió un centavo del gobierno. Eran fondos provistos por financistas internacionales. El videotape que hicieron público fue alterado por la gente de Pdvsa para perjudicarlo.
—¿Por haber denunciado los daños de la gasolina con plomo?
—Sí. En Pdvsa hay un grupo de personas que se ocupa dizque de la imagen de la corporación, que compra jueces y periodistas, y financia campañas sucias. Yo no tengo miedo de decir que en Pdvsa hay corrupción. A los empleados de Pdvsa que contrataron a mi hijo para que los orientara sobre las consecuencias del plomo en los seres vivos, los amenazaron con botarlos si seguían asistiendo a esas charlas. Cuando hice el festival Onda Nueva, Díaz Rangel me atacó desde Punto, un pasquín que publicaba el MAS. Decía que me había cogido los reales de los pasajes. En verdad perdí dinero. Tuve que vender un apartamento que tenía en Madrid para cancelar las deudas. Fui y le pregunté por qué se metía conmigo. Me contestó: "Esa musiquita es burguesa". Después, en contubernio con Romero Anselmi, aprovechó lo de los delfines para caerle encima a mi hijo. Lo acusó de un montón de vainas que inventó.
V Sequence gloriosa
Revisa los papeles y carpetas que tiene sobre el escritorio. Pregunta la hora y por qué la ocurrencia de entrevistarlo. Le acaban de regalar un disco que recoge una vieja grabación, hecha en Cuba antes de Fidel en la que cantan a dúo Alfredo Sadel y Beni Moré, el bárbaro del ritmo.
—¿Por qué se acabó Onda Nueva?
—Porque se acabó el gobierno. Onda Nueva era un proyecto que estaba dentro del ámbito del primer gobierno de Caldera, pero no lo patrocinaba. La gobernación del Distrito Federal me daba 150.000 bolívares por proveer el mejor espectáculo de música popular venezolana mundial que se ha presentando en el país, que era Onda Nueva, con los más grandes artistas. Cuando llegó Carlos Andrés Pérez se acabó Onda Nueva. Gómez Mantellini, el huelepeo de Gonzalo Barrios, me persiguió.
—¿Qué planes tiene en música?
—Quiero estrenar todas estas obras este año. Aquí y en Europa, donde siempre han tocado la música mía. El gloria lo va a estrenar, en París, la orquesta de La Sorbona.
—¿Y en Venezuela?
—Las orquestas venezolanas están en muy malas condiciones económicas. Algunas llevan seis meses sin cobrar. Muchos creen que Manuel Espinoza va a solucionar la crisis económica de la cultura. ¡Ni que él tuviese una chequera! Si no le dan los reales, todo seguirá igual. No importa a quien pongan.
—¿El Estado está tan pobre como dice?
—No, al contrario está riquísimo. Pero nadie sabe dónde están el dinero que ha entrado con los altos precios petroleros. Chávez agarró el Gobierno con el barril de petróleo a 9 dólares, ahora está a un promedio de 28. ¿Dónde está la diferencia? Acaban de hacer una emisión de eurobonos que es el negocio bancario más desastroso que se pueda imaginar.
—¿Su sensación es que el país está atravesando un gran viernes negro, un gran fracaso?
—Sí. En primer lugar, estamos gobernados por la chusma. Pero no la chusma racial. Eso no importa. Me refiero a la chusma intelectual. ¿Qué credenciales tiene Giordani para dirigir la economía de un país? ¿Y el presidente? Hugo Chávez a los 17 años se metió en la Escuela Militar, y desde entonces lo mantiene el Estado. Le ha dado uniforme, comida, ropa limpia, comunicaciones, educación, albergue, cama... ¿Qué puede saber ese señor de generar riqueza?, ¿qué puede saber sobre la angustia de un empresario que no tiene para pagar la nómina el viernes y ya hoy es miércoles? Nada. Ese señor no está calificado para administrar un país.
—¿La chusma está gobernando porque las elites fracasaron?
—Aquí todo lo gobierna la política. La medida de Caldera de soltar a Chávez fue para beneficiarse, le daba dividendos políticos. Y eso ha costado lo que el país está sufriendo. La gente, cansada de tantos fracasos gubernamentales, siguió a Chávez, pero ya se cansó.
VI Adagio meláncolico, pero avinagrato
Sabe cuántos de sus discos de música popular se venden a través de Internet, y pronuncia con particular deleite la palabra “gozadera”, ahora menos usada.
—Yo he visto todas las conmociones de este siglo. En la época de Juan Vicente Gómez, vi los saqueos y cómo le pegaban fuego a las casas de los gomeros. Y viví el golpe de Castro León, el Porteñazo, el Carupanazo y todos los demás. Sin embargo, el pueblo productivo, también el pueblo parásito, que lo hay, se ha sobrepuesto y ha echado adelante. A partir de la muerte de Gómez se enseñó un sistema seudocomunista, y todavía quedan resabios. La gente se acostumbró a que le den, siempre se le ha dicho que va a vivir de la riqueza del Estado.
—El venezolano es retrechero, pero buena gente...
—No todos. La mayoría son envidiosos. Los males del país son la envidia, el resentimiento y el revanchismo, pero sobre todo la envidia. Siempre he sostenido que la fuerza que mueve a la humanidad no es el amor, sino la envidia, que es más fuerte y más pernicioso que cualquier otro sentimiento. En Noruega hay dos cosas que tienen los venezolanos: el sebucán y el palo ensebado. La diferencia entre el palo ensebado noruego y el venezolano es que en Noruega cuando uno empieza a subir, los circundantes lo ayudan. Aquí no, aquí lo jalan para que uno no suba, para que no logre el objetivo. Esa es la envidia venezolana. El que envidia, generalmente, es el falto de talento. Aquí, hasta que no tuve mi propia orquesta filarmónica, no pude dirigir una orquesta sinfónica. En cambio, las había dirigido en Europa y en Estados Unidos.
—Cuando en un país lo que se impone es el cuánto hay para eso, poco valen los conceptos abstractos como ética y moral pública...
—Lo primero es la educación familiar, se ha perdido muchísimo. Yo recuerdo que mi padre no dejó de almorzar en mi casa ni un solo día. Se sentaba en el almuerzo con su sopa de gallina, su casabe y su aguacate, y pontificaba. No tenía sino educación primaria, pero leía mucho. Era un hombre íntegro, y nos inculcó esos principios a sus ocho hijos. Eso se ha perdido mucho. Hoy en día ni siquiera la madre almuerza en la casa. Hay un factor del ser humano, que se llama integridad, que no te permite hacer concesiones en la ética. La integridad es un bolsillo lleno de triqui- traques dispuestos a estallar a la menor provocación. La integridad no hace concesiones. Una persona que está administrando bienes públicos tiene que saber que no se los puede robar, no puede llegar tarde, no puede faltar por falsas enfermedades, y que tiene que ser honesto consigo mismo y cumplir su papel de la manera más eficiente posible. En nuestro caso país, la mayoría de los funcionarios han sido unos corruptos. Si no, ¿cómo esa cantidad de gente, que todos conocen, puede vivir en la forma que vive?
—La justicia...
—El Tribunal Supremo de Justicia acaba de desconocer la Constitución y ese atropello va a traer consecuencias nefastas. Entre la Constitución y el atropello, los magistrados escogieron el atropello, con lo que mandaron un recado de inseguridad jurídica. Si el máximo tribunal no respeta la Constitución, ¿qué se puede esperar? No hubo un magistrado que dijera: “Yo renuncio, porque es una inmoralidad”. Los magistrados, el Congresillo, el Consejo Nacional Electoral y la mayoría de los jueces fueron escogidos a dedo. Esto es una dictadura. Muchas dictaduras provienen de elecciones populares. Hitler sacó 93% de los votos, tenía respaldo popular. Igual Perón.
—¿Chávez se ha aprovechado de la democracia para implantar algo que niega la democracia?
—Si la gente quiere a Chávez, que lo tenga. Yo me opondría a un golpe de Estado contra Chávez, aunque difiero de la política que ha instrumentado. Los mismos que lo han ungido lo pueden tumbar. La única forma de sacarlo del gobierno es con los votos. El destino le jugó la más burlona pasada a Chávez. Se preparó toda su vida para mandar como dictador, todo el mundo firme, y resulta que el destino se lo negó. Fracasó. Fue elegido por votación popular y no está preparado para gobernar democráticamente. Es más, intelectualmente no está preparado para gobernar nada. Yo no le daría un puesto en una empresa mía ni de recepcionista.
—Los empresarios lo apoyan...
—Sí, los que viven del proteccionismo del Estado.
—¿Tiene confianza en las próximas elecciones?
—No mucha. Los miembros del Consejo Nacional Electoral son simples empleados de Chávez. Se reúnen con el presidente todas las semanas para recibir instrucciones, como todos los demás sujetos del gobierno.
VII Cantique de creatures
Vuelve a preguntar la hora. Le ha dedicado mucho tiempo a la entrevista y tienen que dedicarse a los negocios, a mandar cartas, pero no al Gobierno que nunca contesta ni para decirle que su proyecto no sirve. “Con los políticos y los publicistas no se puede, creen que se las saben todas”.
—¿Por qué no exportamos música?
—Eso tiene una explicación científica, que es muy difícil que el público entienda. ¿Cuáles son las músicas más populares del mundo?
—El vals...
—No. Las marchas, el pasodoble, el mambo, la salsa, el tango, la samba, el merengue dominicano. En cambio, aquí la mayoría son valses. La música se divide en dos grandes géneros: el binario y el ternario. El binario tiene dos tiempos: un tu, un tu, un tu.. El vals y el joropo son antinaturales, son ternarios: pin pin pum, pin pin pum. Las músicas aceptadas son las binarias, es la que se impone porque es la música natural. No me imagino un ejército marchando a tres, iría contra la configuración del género humano.
—¿Y la onda nueva?
—Es un joropo.
—¿Binario?
—Todos los joropos son a tres, antinaturales.
—Y sí sabía eso, ¿por qué insistió en la onda nueva?
—Porque soy venezolano.
—¿Y nada contra la corriente?
—No. Tengo que utilizar la música de mi país. En su momento el vals fue exitoso. Hubo momentos en que en los bailes venezolanos se tocaban 87 valses. Eso murió.
—¿La onda nueva murió?
—Tiene muy poco futuro. Un solo palo no hace montaña. Sin embargo, dejó una huella. Fue el punto de partida de una música venezolana revisionista que hoy cultivan varios grupos significativos. Eso es importante, pero no espero que la onda nueva se popularice tanto como el tango. Es imposible. La calidad de la música venezolana no se compara con la calidad de la música estadounidense, europea, brasileña, cubana o mexicana. Ellos practican música binaria, que es la música de la humanidad.
—En Venezuela, a donde uno vaya, encuentra a alguien con dotes musicales que enseguida monta la parranda, y hasta sin instrumentos...
—También lo hacen las tribus africanas, y hasta mejor.
—¿Y los músicos que han sido formados por las orquestas sinfónicas?
—Son ejecutantes circunstanciales. Venezuela no ha dado músicos notables. El único músico notable ha sido Teresa Carreño. No hay más, aunque el movimiento musical de Venezuela no tiene comparación con ningún país de América Latina. La música venezolana que tiene futuro es la gaita, porque siendo seis por ocho se puede dividir a dos: chiqui chiquichi, chiqui chiquichi, chiqui chiquichi. Un dos, un dos, un dos. Todo lo que sea binario va a tener éxito. Mi tesis es antipática porque es negativa de los valores llamados tradicionales. Yo tengo un vals que es una obra maestra, y me perdonan la pedantería: “Quinta Anauco”, que la han puesto hasta en películas pornográficas, pero si a una persona normal, común y corriente, se le da a escoger entre “Quinta Anauco” y “Caballo Viejo”, por abrumadora mayoría se queda con “Caballo viejo”. La razón es que le hicieron un arreglo en tiempo de flamenco. Un arreglo en dos, la mejor prueba de mi tesis.
Se acabó el tiempo. Llama a la secretaria para dedicarse a tareas productivas, se acabó el tiempo para la pontificación. Arruga el ceño.
—¿Cuánta culpa tiene la televisión del bajo nivel cultural de la población?
—Las disqueras y los canales de televisión producen lo que le gusta al público. Las disqueras se hicieron para un solo propósito: vender discos. Y se vende lo que el público quiere. El uno por uno es un fracaso y un atropello. No se le puede imponer a la gente lo que quiere oír. La televisión funciona de acuerdo con el rating, de lo que depende su supervivencia, aunque eso está cambiando con el cable. La lucha entre el canal 2 y el canal 4 se basa en rating, de lo que vende. El anunciante compra basado en un factor que se llama costo por mil: mientras más personas se cubra con el anuncio, más negocio es anunciar en ese programa.
—Si fuese así no existiría la BBC de Londres.
—Ese es otro concepto. Yo hablo de Venezuela. La pelea entre Venevisión y Radio Caracas ha sido con rating, no de calidad ni de servicios. Aquí la televisión no se concibe en función del interés del televidente, sino el del anunciante y del dueño de la televisora. Muchos de los productores que tienen bajo su responsabilidad la programación operan bajo su propio gusto, pero dicen que eso es lo que le gusta a la gente. Mentira. Es lo que les gusta a ellos. Aunque tengo un gran sentido del humor y soy chistoso, no logro reírme con Cheverísmo. No le encuentro la gracia. Lo único cómico de la televisión venezolana es Emilio Lovera, que es extremadamente talentoso.
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