Estamos ante el trueno que trae la calma, apacigua los demonios y calla los ladrido, el pueblo en rebelión
Decreto de un sobreviviente RAMÓN HERNÁNDEZ >> @ramonhernandezg T odavía estoy aquí. No he huido, no me he atravesado en la trayectoria de una bala ni me he encontrado con esos matarifes que son tan diestros en degüellos y descuartizamientos. Quizás es obra de la suerte, de la protección divina o de algún ángel de la guarda entusiasta en la observancia de sus obligaciones, pero nunca de mis circunstancias. Nada más indefenso que un habitante de Venezuela, sea residente, transeúnte o ramplón turista desprevenido. A la inseguridad que siempre me ha acompañado y a los propios riesgos del oficio, como volar con pilotos más atrevidos de la cuenta en máquinas poco confiables, ir de un caño a otro en curiaras indelebles, quedar atrapado en medio de una crecida, tropezar con agentes de los cuerpos de seguridad gatillo alegres envalentonados por el alcohol y ser apuntado a la cabeza con un fusil automático en medio de la noche por un soldado aislado y muerto de miedo, que