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Mostrando las entradas de junio, 2016

Te lo dije antes de que te fueras de Venezuela

Opinión  Sábado, 4 de mayo de 2002 Vete tú Ramón Hernández I Cuando todavía estaba de “presidente en funciones”, el sábado de los saqueos y el silencio, el capitán Diosdado Cabello se asomó a las cámaras de televisión para soltar una admonición que todavía hoy, a tres semanas de haberla hecho, retumba en los adentros: “Al que no le guste el proceso revolucionario bolivariano, que se vaya”. Y sin pestañear, colgó la mirada a la nada de la misma manera con la que Juan Barreto dice que nunca se ha bañado desnudo en la regadera de la casa ni se ha comido un moco. Prepotente. Con la misma arrogancia del dueño del patio que establece las normas y la hora que termina la farra, el ahora vicepresidente destituido, en un arrebato de estrechez e intolerancia, mandó a desalojar el territorio nacional, a salir de los linderos de la patria grande que tanto cantó Alí Primera, a quienes no comulgaran con sus cuitas y sus ideales políticos. Si hubiesen sido otras las condiciones de l

El Tejado Roto/ Nadando en petróleo y pasando hambre

Ramón Hernández @ramonhernandezg No hay evidencias de que a los indígenas que bailaron y celebraron en Miraflores el jueves en la tarde les hayan entregado al salir y para llevar una bolsa de comida de esas que reparten los CLAP con los productos que les arrebatan a las personas que hacen cola frente a los supermercados. Sin duda esa era el ansia de cada uno de los presentes, salvo quizás de la señora wayúu Noelí Pocaterra, que tiene otras formas de abastecimiento. Ahí no estaban las 800 familias que padecen pobreza extrema y que el ex vice presidente ejecutivo, sin arrugar el ceño y como si se tratara de otra estadística, le comunicó de su existencia al jefe de la ceremonia para que se les atendiera. Contra lo esperado no le causó la rabia y el malestar que exteriorizó el día anterior cuando Carlitos, el dirigente estudiantil se secundaria, le dijo que los programas de producción en los liceos iban a media marcha. Ni los rastros de las lacrimógenas que había en el ambiente