El exitoso fracaso cotidiano y oficial RAMÓN HERNÁNDEZ 20 DE FEBRERO 2016 - 12:01 AM Salvo unos cuantos discos de pasta y un cúmulo de libros que mis amigos recomiendan incinerar como hacía el detective Pepe Carvalho en las novelas de picaresca policial que revitalizó Manuel Vázquez Montalbán, mi acumulación de riquezas y de otros tranquilizantes de la codicia ha sido un fracaso ensordecedor. Ahora mismo no solo he estado a punto de abandonar la batalla contra el alto costo de la vida, por la imposibilidad de evitar que se agrande la distancia entre el sueldo y el valor de la canasta básica, sino también porque he aprendido que los productos que la integran son tan virtuales como la partidas de nacimiento y las declaraciones de bienes de los funcionarios del alto gobierno. No hay leche ni papel tualé, tampoco jabón de baño y cientos de otros productos indispensables para vivir como criaturas del siglo XXI y no como aborígenes precolombinos. Tampoco hay abundancia de puestos
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