Ramón Hernández Si la intelectualidad de la izquierda oficialista no fuese esa sarta de mamelucos que de manera obediente y no deliberante todavía se traga sin chistar que el padrecito Stalin construyó un paraíso en la Unión Soviética, utilizaría las enseñanzas de la historia para evitar que el Coba continúe su plan económico de destrucción y de hambre en Venezuela, de negación del socialismo. Conocida la experiencia castrista y sus consecuencias, es obvio que aquí se insiste en repetir los pasos que llevaron a Cuba a la miserable precariedad actual. Una de las promesas de los barbudos fue empleo bien remunerado y estable. No cumplieron, pero sí se llevaron a cortar caña lejos de casa, y a la fuerza, a los acusados de vagancia. La industria azucarera, que fue el motor de la economía cubana durante 200 años, dejó de serlo con las “ideas” de Fidel Castro. La producción de azúcar, que fue de 6 millones de toneladas en 1959, y siendo la población de la isla de 6 millones de habitantes, baj
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